sábado, 20 de febrero de 2016

Eduardo Chirinos (Lima, 1960- Missoula, Estados Unidos, 2016)








Raritan blues

Para Margarita Sánchez

Aqui no hay bulla ni miseria,
sólo un bosque de árboles mojados y cientos de ardillas
correteando vivaces o escarbando una nuez.
A lo lejos un puente
una interminable fila de automóviles retorna a sus hogares
y nubes balando ante un perro pastor y amarillo.
¿Eres tú quien camina en las riberas del Raritan?
Recuerdo un río triste y marrón donde las ratas
disputan su presa con los perros
y aburridos gallinazos espulgándose las plumas bajo el sol.
Ni bulla ni miseria.
El río fluye educado como en una tarjeta postal
y nos habla igual que hace siglos, congelándose y
descongelándose,
viendo crecer a sus orillas cabañas, iglesias, burdeles,
plantas refinadoras de petróleo.
Escucho el vasto rumor del Raritan, el silencio de los patos,
de los enormes gansos salvajes.
Han venido desde Ontario hasta New Brunswick,
con las primeras nieves volarán al sur.
Dicen que el río es la vida y el mar la muerte.
He aquí mi elegía:
un río es un río
y la muerte un asunto que no nos debe importar.


Derrota del otoño


Aquí no es bienvenido el otoño.
Nadie lo espera
a la orilla de ningún río melancólico
que esconda en su cauce los secretos del mundo.
El otoño reina en otras latitudes.
Allá lejos, donde los ciclos se cumplen, allá lejos
donde envejecen y renuevan las metáforas.
(El sol se hunde en un verdoso charco
donde flota, solitaria, una hoja de laurel).
Pero esta tarde no ha llovido. Las hojas
se aferran a sus ramas,
heroicamente luchan contra el viento
y en la noche celebran la derrota del otoño.
No saben que las hojas que caen son las escritas
y el árbol un seco y callado poema sin estrías.



 Retorno de los profetas

  los profetas


 Para Antonio Claros

El sol se hará oscuro para ellos 
pero pronto han de volver

Miqueas III, 6


Los profetas han muerto.
Cuernos de guerra anuncian la pronta llegada de la peste,
nuevos tiempos de miseria y escasez.
El campo de batalla está desierto, el cielo se oscurece, la infinita
rueda se ha quebrado.
Dicen que ángeles bellos y monstruosos nos vigilan
pero ya no tenemos ojos para verlos.
Los profetas han muerto.
Atrás los sucios velos que ocultaron la verdad de nuestros rostros,
las ramas que ocultaron la Serpiente cuando rogamos placer
y nos dieron a cambio la resignación.
Textos venerables son ahora pasto de las llamas,
sólo la lechuza mira con indiferencia la corona
que rueda a los pies del más miserable de los dioses.

Sólidas estatuas se arrodillan, gimen, se arrancan los cabellos,
los mástiles que antaño sujetarán los más bravos marinos
golpean la memoria de los dioses que quedan,
¿a quién debemos acudir cuando nos coja la peste?
Los mendigos del reino asaltan los jardines, desprecian los
oráculos, reparten por igual sus pertenencias. 
Los nobles del reino conservan sus arcas, sus vinos, sus mujeres, 
el miedo que gobierna la implacable voluntad de los presagios. 
Los profetas han muerto.
Nadie ahora nos engaña, nadie nos confunde, nadie 
nos dice la verdad, y estamos solos. 
Estamos solos esperando la señal que nos indique 
dónde hemos de ir para honrar con dolor a los profetas.

domingo, 7 de febrero de 2016

Osías Stutman (1933 Buenos Aires)


Vida rápida

Un niño respira por una mujer,
profundamente por la boca,
traga aire y la salva de la muerte.
Cada inspiración la trae más cerca
de la vida, la rescata del morir.
Ni el niño ni la mujer saben lo que pasa
y creen que la vida es siempre así,
un vivir donde nadie está solo.

Son niño rubio y mujer de pelo negro,
entrada en carnes, de mala boca,
manos fuertes y sexo de coral,
trepadora de arboles . Se llama
Amanda de día, y Genoveva de noche
y  Pamela los lunes y los martes
se llama La Marquesa. Y ahora
el lector lo sabe aunque no lo sepa.


de " La vida galante" editado por Huesos de Jibia (2008) 

Un ángel

El ángel de la ciruela
pensativo cuida mi alma
y mi cuerpo. Cuida de mí
en el huerto y en la casa,

seco o mojado en ese tiempo
buscando anís, luchando
con la maleza, las espinas
y el aloe. Ahora aprendo

con el en mi jardín. Sabio
miro tallo y raíz y hoja
mordida y oruga inmóvil. El ángel

de la ortiga. Es la nostalgia
de las cosas que han pasado, es
un ángel del alimento, una hora de té.

de "Los sonetos completos de Gombrowicz"

sábado, 6 de febrero de 2016

Isabel Allende : extractos del "El oficio de Contar"




"Es un placer conversar con ustedes, los locos que leen. Dicen que somos una especie en vías de extinción, porque la cultura del ruido y el apuro está acabando con nosotros, pero la verdad es que cada día se publican más libros, así es que debe haber muchos lectores secretos escondidos en los rincones del mundo. Algunos de nosotros preferiríamos estar en cama con un buen libro que con nuestra estrella favorita del cine; pero no se preocupen, seguramente nunca tendremos la oportunidad de escoger. Nosotros, los lectores compulsivos, estamos unidos por un insaciable apetito de historias. Como los niños, deseamos sumergirnos en la magia de la narración, perdernos en el universo que nos propone el autor, sufrir y gozar con los personajes, que en algunos casos llegan a ser más importante que los miembros de nuestra propia familia. No podemos vivir sin libros: los compramos, los pedimos prestados y no los devolvemos, los robamos si es necesario, los coleccionamos. Permítanme contarles cómo y por qué escribo. El vicio de contar se manifestó muy temprano en mi vida. Tan pronto aprendí a hablar empecé a torturar a mis dos hermanos con cuentos tenebrosos que llenaban sus días de terror y sus sueños de pesadillas. Recuerdo una escena en la habitación que los tres compartíamos: la lámpara está apagada y la única luz viene del pasillo, por la puerta entreabierta; mis hermanos están sentados en la cama, pálidos, con los ojos desorbitados, temblando, mientras les cuento una historia de fantasmas. La casa de mi abuelo, donde vivíamos, era grande y sombría, perfecta para convocar espectros. Más tarde en mi vida, mis hijos tuvieron que soportar el mismo martirio de los relatos espeluznantes. En mi etapa adulta, sin embargo, los cuentos me han servido para seducir hombres: no hay nada tan sensual como una historia contada con pasión entre dos sábanas recién planchadas."


" Me crie en una casa donde las paredes estaban cubiertas de estanterías con libros. Los libros se reproducían de modo misterioso, se multiplicaban como una maravillosa jungla de papel impreso. En la noche, me parecía oír desde mi cama a los personajes que escapaban de las páginas y vagaban por las oscuras habitaciones. Caballeros, doncellas, brujas, piratas, bandidos, santos y cortesanas llenaban el aire con sus aventuras. Una madrugada, durante uno de nuestros famosos terremotos, las estanterías se vinieron al suelo con terrible estrépito. Horrorizada, comprendí que los personajes no podrían encontrar el camino de regreso a sus páginas y se verían forzados a buscar refugio en el primer volumen a su alcance. ¿Se imaginan la confusión, el caos, el descalabro del tiempo y del espacio literarios? La imagen de esos personajes exiliados de su propio libro me ha perseguido desde entonces. A veces imagino que esos seres perdidos acuden a mí para que escriba una historia en la que ellos puedan sentirse a gusto. La escritura es para mí un intento desesperado de preservar la memoria. Por los caminos quedan los recuerdos como desgarrados trozos de mi vestido. Escribo para que no me derrote el olvido."

" El 8 de enero de 1981 recibí en Caracas una triste noticia desde Santiago: mi formidable abuelo, que a tenía casi cien años, agonizaba. Esa noche me instalé en la cocina de nuestro apartamento con mi máquina de escribir portátil y comencé una carta para aquel abuelo legendario, una carta espiritual que seguramente él no alcanzaría a leer. La primera frase fue escrita en trance. Mis dedos volaron sobre el teclado y antes que alcanzara a darme cuenta había escrito: Barrabás llegó a la familia por vía marítima. ¿Quién era ese Barrabás y por qué llegó por vía marítima? El único con ese nombre fue un perro enorme, un gran danés, que según cuentan vivió en mi familia antes de que yo naciera. ¿Qué tenía que ver Barrabás en una carta de despedida a mi abuelo? Aún no lo sabía, pero con la confianza del ignorante, seguí escribiendo sin pausa. En esa época yo trabajaba dos turnos, doce horas al día, en una escuela, pero las noches eran mías. Después de cenar me encerraba a escribir, sin esfuerzo, sin pensar. Mi abuelo murió y seguí escribiendo. Al cabo de un año había quinientas páginas sobre la mesa de la cocina, un manuscrito gordo, sucio, desordenado; ya no era una carta, parecía más bien un libro. En la soledad del exilio quise recuperar mi país, resucitar a los muertos, reunir a los dispersos. La nostalgia por Chile, mi patria a los pies del mundo, motivó La casa de los espíritus. Ese Barrabás que llegó por vía marítima y los otros personajes de aquella primera novela cambiaron mi destino y me iniciaron en el mundo sin retorno de la literatura."

" Creo que mis libros no nacen de una idea, sino que crecen en el vientre como una semilla pertinaz. No escojo el tema, el tema me escoge a mí. Mi trabajo consiste en dedicar suficiente tiempo y disciplina a la escritura, para que los personajes aparezcan de cuerpo entero y hablen por sí mismos. No los invento, creo que existen en una misteriosa dimensión, esperando que alguien los traiga al mundo. Cada 8 de enero, cuando comienzo otro libro, llevo a cabo una breve ceremonia para llamar a los espíritus y las musas, luego pongo los dedos en las teclas y dejo que la primera frase se escriba sola, tal como ocurrió la primera vez. Me ronda una idea vaga, más bien un sentimiento, pero carezco de un plan, no sé cómo será la historia que voy a contar. Esa frase inicial entreabre una puerta por donde me asomo tímidamente al mundo de los personajes, que poco a poco irán revelándose con sus contornos precisos, cada uno con su propia voz, su biografía, su carácter, sus manías y grandezas. En el paciente ejercicio de la escritura diaria, la historia se va definiendo en forma natural. Los acontecimientos y la gente que he conocido en el viaje de mi vida son mi fuente de inspiración. Por lo mismo trato de exponerme a todos los vientos, sin permitir que los dolores y riesgos inevitables me asusten demasiado. Las experiencias de hoy son mis recuerdos del mañana, serán mi pasado, la materia esencial de la memoria. Supongo que si tuviera una existencia segura y contenta no tendría de qué escribir, por eso prefiero vivir mi vida como una novela. Hasta ahora me ha ido resultando, no me ha faltado melodrama, pero supongo que llegará un momento en que se calmarán las aguas, me pondré anciana y entonces tendré que inventar lo que falta para completar mi propia leyenda. En la mente y el corazón sólo guardo aventuras, amores, duelos, separaciones, cantos y lágrimas, fracasos memorables y éxitos inesperados; las pequeñeces cotidianas han desparecido"

" Como dice mi nieta, yo recuerdo lo que nunca ocurrió. En mi trabajo de escribir, paso tantas horas callada y a solas, que la realidad se me desdibuja y termino oyendo voces, viendo fantasmas e inventándome yo misma. El tiempo se me enreda y empiezo a caminar en círculos; tal vez el tiempo no pasa, sino que nosotros pasamos a través del tiempo; tal vez el espacio está lleno de presencias de todas las épocas, como decía mi abuela, y todo lo que ha sucedido y lo que sucederá coexiste en un presente eterno. Siempre tengo la mente llena de historias, pero no crean que ando distraída, todo lo contrario: ando con los ojos muy abiertos y los oídos atentos, porque lo que ocurre en el mundo también es mi fuente de inspiración. Vivo a través de mis personajes y vivo cada historia como si fuera la mía. Con la edad es más fácil escribir ficción, porque he vivido lo suficiente para ver cómo los círculos se cierran, cómo todo trae consecuencias, todo está interconectado, nada es casual. Una novela no es diferente a la vida. En una novela, como en la vida, no importa el final, sino el trayecto. Día a día se hace la vida, palabra a palabra se hace una novela."

 " Las historias han acompañado a la humanidad desde el comienzo de los tiempos. Algunas, contadas una y otra vez, describen nuestro viaje por la vida y la muerte y se convierten en mitos: el Jardín del Edén, la diosa madre, el diluvio que cubrió el planeta, los héroes en busca del Padre, la lucha entre el Bien y el Mal, los actos de valor, los amores contrariados, los sacrificios necesarios, las batallas contra los dragones de nuestra propia alma. Los grandes temas se repiten innumerables veces, sólo podemos tejer nuevas versiones, pero un narrador hábil puede recrear la historia con el encanto de la primera vez. Nosotros, los latinoamericanos, provenimos de una cultura de narradores. El papel del narrador es interpretar sueños, desenterrar secretos y preservar historias. La tradición oral ha declinado, vencida por medios modernos de comunicación, y ha dado paso a una sólida tradición literaria; el narrador ya no se sienta bajo un tenderete en la plaza del mercado a hipnotizar a los oyentes con sus palabras, ahora escribe, pero su misión es la misma de antes: interpretar sueños, desenterrar secretos y preservar historias."

 " Durante cinco siglos todas las razas del planeta han venido a las costas latinoamericanas: esclavos negros, aventureros y mercaderes europeos, refugiados judíos y asiáticos, inmigrantes y exiliados, eternas procesiones de seres humanos que escapan de guerras, persecuciones y pobreza, o que simplemente buscan nuevos horizontes de esperanza. Llegaron con sus tradiciones, sus lenguas, sus recuerdos y sus dolores, se mezclaron con la población indígena en un abrazo desesperado de odio y de amor, y así dieron origen a un pueblo marcado por un destino trágico y por una imaginación desatada, que tiene su expresión máxima en lo que se ha llamado realismo mágico. El realismo mágico ha pasado de moda en la literatura, los autores jóvenes lo aborrecen, pero sigue vigente en la vida, que está llena de misterios: coincidencias, sueños, casualidades, premoniciones, el poder alucinante de la naturaleza, pasiones y vicios que determinan el curso de la historia. Los latinoamericanos tenemos poco control sobre los acontecimientos o sobre nuestras propias vidas, por eso tendemos al pensamiento mágico, creemos en el destino y la suerte. Eso explica el fervor religioso y la obsesión con los juegos de azar de nuestros pueblos."

" Allí donde los políticos han fracasado, los artistas han triunfado. Escritores, pintores, músicos, poetas, cada uno imaginando la realidad e interpretando el pasado de maneras originales, han creado un coro de voces diversas, pero armónicas. Ellos narran nuestra América al mundo y a nosotros mismos. Ellos nos ayudan a buscar nuestra escurridiza identidad. Son nuestros chamanes."

 " Contar es para mí una experiencia orgánica, como hacer el amor con el amante perfecto. Siempre es exultante. Escribir ha sido mi salvación en las épocas trágicas de mi vida y mi manera de celebrar en las épocas alegres. La literatura me ha permitido exorcizar algunos de mis demonios y transformar mis derrotas, dolores y pérdidas en fuerza. Debo inventar muy poco para mis novelas, porque la realidad es siempre más espléndida que cualquier engendro de mi imaginación. Llevo las antenas dispuestas en todas direcciones para captar las voces del aire, los susurros, lamentos y risas, las pequeñas anécdotas tanto como las grandes aventuras. En el mejor de los casos, la escritura intenta dar voz a quienes no la tienen o a quienes han sido silenciados, pero cuando escribo no me impongo la tarea de representar a nadie, trascender, dar un mensaje o explicar los misterios del universo, simplemente trato de contar la historia en el tono de las conversaciones privadas. Desde que comencé a escribir, hace un cuarto de siglo, me he convertido en una voraz cazadora de historias."



domingo, 31 de enero de 2016

Hugo Mujica (Buenos Aires 1942 )





27.

hay un dios mirándose
                         en la ceguera de cada hombre.
                      
hay un destino de seguir repitiendo la única vez,
de recorrer el mismo umbral
                            donde me senté de niño
                                         a ver enceguecer a dios

de  Responsoriales (1986)


4.

Parto en cuatro el cántaro vacio
con todo lo esperado

descorro las cortinas que nada
cubrían,

y todo lo que falta
                        es lo que siempre sobra


de “Escrito en un reflejo” (1987)

Paisaje urbano

            Sobre una rata muerta, en el fondo de la casa, va cayen-
do la nieve. Cae hasta cubrirla y sigue cayendo después.

            Ya todo es blanco, como un puñado de pureza, en el
jardín del fondo de la casa iluminada.

de “Paraiso vacio” (1992)

En la piel

A lo lejos, afuera,
cae
una lluvia
que tan sólo huelo, una lluvia
                                que aún no ha llegado.
Aquí
en la piel, como en una página
en blanco,
espero que el agua, la lluvia,
                           lo que vive y tiembla,
                                                    me sea alguna vez revelado.



domingo, 10 de enero de 2016

Alejandro Mendez Casariego (Buenos Aires 1952)





La cuchara
Ataban
un cable a una cuchara
introducían la parte oval, convexa
hasta donde pudieran
sin dejar de apretarla
entre el pulgar y el índice
en el útero
dejando afuera, más o menos
un centímetro
como para que el otro cable
tuviera suficiente punto de contacto.
La descarga duraba 
una fracción de segundo
el tiempo necesario
para que el próximo a nacer
ahuecado en su mundo
percibiera
en su pequeño cerebro constelado 
por diminutas chispas
una imagen radiada
feroz
de la existencia.

 "poema inedito"

Perspectiva

La enorme catedral que desafía
el aluvión de los años
es similar
en lo que importa
a una piedra al borde del camino
y toda pasmosa construcción de los hombres
mirada en perspectiva
es una suma variable de ingenios geométricos
adornados por relieves
y cargados
de materiales con peso y volumen
en delicada proporción.
Levantá en esta esquina
un minúsculo altar con unos pocos ladrillos
y resultará que la creencia
de que el mundo es un espejo
que refleja los actos transformándolos
despertará masivas peregrinaciones
singulares ofrendas
mientras en aquella empinada catedral
ladra un silencio de ausencia
y ese abrumador vacío
sugiere que lo que no existe
reside, efectivamente,
en todas partes, y lo que varía es
en definitiva
el estilo, el tamaño y la forma.

Thomas Moore

Mi Dios se oculta
tras láminas de cortesía
cornisas talladas en madera
y hierros de dolor
entre los cuales la apariencia franca
es para mí, ceniza fría.
Las paredes y la cama desnuda
no prestan debido testimonio
y la ley
tozudamente
calla.
Al consumirse
las horas
escribo esto y algunas
memorias familiares
mientras empiezo a padecer
la llama de los solos.
Y en el canasto vacío de las lágrimas
deposito una para mí
pero sin pena
simplemente
porque llorar es dulce
y acompaña.

Del libro "Los Dioses del Hogar" Editorial Deaca 2015


Testamento del  escriba

¿Donde fue dicha la mejor palabra ?
El buhonero del pueblo
extremando su garganta  entre el bullicio callejero,
el murmullo de la machi
mientras hierve o ahuma las yerbas del misterio,
el loco que descubre
y silabea
lo ambiguo de lo cierto frente a una pared
que ni siquiera le devuelve el eco,
el chico que describe
lo elemental y absurdo de su descubrimiento :soy
y uno supone que es mucho
lo que le queda por saber.

O nosotros, llamados o elegidos al azar
garabateando con frecuencia
lo que creemos belleza perdurable
y  habitualmente
no es otra cosa que una lira pulsada
por la impotencia de lo limitado.

Emoción o ternura
verdad desfigurada por el pulido cóncavo
de un quebrado cristal,
no somos más que el sumidero del olvido,
materia orgánica que al descomponerse
en el mejor de los casos
hará  crecer una preciosa flor
que también morirá

Del libro " Los Reprobos" 2007

Borges y la cuestion judia

El golem

Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.

Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre, que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.

Adán y las estrellas lo supieron
en el Jardín. La herrumbre del pecado
(dicen los cabalistas) lo ha borrado
y las generaciones lo perdieron.

Los artificios y el candor del hombre
no tienen fin. Sabemos que hubo un día
en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
en las vigilias de la judería.

No a la manera de otras que una vaga
sombra insinúan en la vaga historia,
aún está verde y viva la memoria
de Judá León, que era rabino en Praga.

Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
y al fin pronunció el Nombre que es la Clave,

la Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
de las Letras, del Tiempo y del Espacio.

El simulacro alzó los soñolientos
párpados y vio formas y colores
que no entendió, perdidos en rumores
y ensayó temerosos movimientos.

Gradualmente se vio (como nosotros)
aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.

(El cabalista que ofició de numen
a la vasta criatura apodó Golem;
estas verdades las refiere Scholem
en un docto lugar de su volumen.)

El rabí le explicaba el universo
"esto es mi pie; esto el tuyo, esto la soga."
y logró, al cabo de años, que el perverso
barriera bien o mal la sinagoga.

Tal vez hubo un error en la grafía
o en la articulación del Sacro Nombre;
a pesar de tan alta hechicería,
no aprendió a hablar el aprendiz de hombre.

Sus ojos, menos de hombre que de perro
y harto menos de perro que de cosa,
seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.

Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
ya que a su paso el gato del rabino
se escondía. (Ese gato no está en Scholem
pero, a través del tiempo, lo adivino.)

Elevando a su Dios manos filiales,
las devociones de su Dios copiaba
o, estúpido y sonriente, se ahuecaba
en cóncavas zalemas orientales.

El rabí lo miraba con ternura
y con algún horror. '¿Cómo' (se dijo)
'pude engendrar este penoso hijo
y la inacción dejé, que es la cordura?'

'¿Por qué di en agregar a la infinita
serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
madeja que en lo eterno se devana,
di otra causa, otro efecto y otra cuita?'

En la hora de angustia y de luz vaga,
en su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?


La llave de Salonica

Abarbanel, Farías o Pinedo, 
arrojados de España por impía 
persecución, conservan todavía 
la llave de una casa de Toledo. 

Libres ahora de esperanza y miedo, 
miran la llave al declinar el día; 
en el bronce hay ayeres, lejanía, 
cansado brillo y sufrimiento quedo. 

Hoy que su puerta es polvo, el instrumento 
es cifra de la diáspora y del viento, 
afín a esa otra llave del santuario 

que alguien lanzó al azul cuando el romano 
acometió con fuego temerario, 
y que en el cielo recibió una mano.

Spinoza

Las traslúcidas manos del judío
labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.)
Las manos y el espacio de jacinto
que palidece en el confín del Ghetto
casi no existen para el hombre quieto
que está soñando un claro laberinto.
No lo turba la fama, ese reflejo
de sueños en el sueño de otro espejo,
ni el temeroso amor de las doncellas.
Libre de la metáfora y del mito
labra un arduo cristal: el infinito
mapa de Aquel que es todas Sus estrellas.

Baruch Spinoza

Bruma de oro, el Occidente alumbra
la ventana. El asiduo manuscrito
aguarda, ya cargado de infinito.
Alguien construye a Dios en la penumbra.
Un hombre engendra a Dios. Es un judío
de tristes ojos y de piel cetrina;
lo lleva el tiempo como lleva el río
una hoja en el agua que declina.
No importa. El hechicero insiste y labra
a Dios con geometría delicada;
desde su enfermedad, desde su nada,
sigue erigiendo a Dios con la palabra.
El más pródigo amor le fue otorgado,
el amor que no espera ser amado.


¿Quién me dirá si estás en el perdido
laberinto de ríos seculares
de mi sangre, Israel? ¿Quién los lugares
que mi sangre y tu sangre han recorrido?
No importa. Sé que estás en el sagrado
libro que abarca el tiempo y que la historia
del rojo Adán rescata y la memoria
y la agonía del Crucificado.
En ese libro estás, que es el espejo
de cada rostro que sobre él se inclina
y del rostro de Dios, que en su complejo
y arduo cristal, terrible se adivina.
Salve, Israel, que guardas la muralla
de Dios, en la pasión de tu batalla.

Israel 1969

Temí que en Israel acecharía
con dulzura insidiosa
la nostalgia que las diásporas seculares
acumularon como un triste tesoro
en las ciudades del infiel, en las juderías,
en los ocasos de la estepa, en los sueños,
la nostalgia de aquellos que te anhelaron,
Jerusalén, junto a las aguas de Babilonia,
¿Qué otra cosa eras, Israel, sino esa nostalgia,
sino esa voluntad de salvar,
entre las inconstantes formas del tiempo,
tu viejo libro mágico, tus liturgias,
tu soledad con Dios?
No así. La más antigua de las naciones
es también la más joven.
No has tentado a los nombres con jardines,
con el oro y su tedio
sino con el rigor, tierra última.
Israel les ha dicho sin palabras:
olvidarás quién eres.
Olvidarás al otro que dejaste.
Olvidarás quién fuiste en las tierras
que te dieron sus tardes y sus mañanas
y a las que no darás tu nostalgia.
Olvidarás la lengua de tus padres y aprenderás la lengua del Paraíso.
Serás un israelí, serás un soldado.
Edificarás la patria con ciénagas: la levantarás con desiertos.
Trabajará contigo tu hermano, cuya cara no has visto nunca.
Una sola cosa te prometemos:tu puesto en la batalla.

Rafael Cansino Arens====

La imagen de aquel pueblo lapidado
y execrado, inmortal en su agonía,
en las negras vigilias lo atraía
con una suerte de terror sagrado.
Bebió como quien bebe un hondo vino
los Psalmos y el Cantar de la Escritura
y sintió que era suya esa dulzura
y sintió que era suyo aquel destino.
Lo llamaba Israel. Íntimamente
la oyó Cansinos como oyó el profeta
en la secreta cumbre la secreta
voz del Señor desde la zarza ardiente.
Acompáñeme siempre su memoria;
las otras cosas las dirá la gloria.

Israel

Un hombre encarcelado y hechizado,
un hombre condenado a ser la serpiente
que guarda un oro infame,
un hombre condenado a ser Shylock
un hombre que se inclina sobre la tierra
y que sabe que estuvo en el Paraíso,
un hombre viejo y ciego que ha de romper
las columnas del templo,
un rostro condenado a ser una máscara,
un hombre que ha pesar de los nombres
es Spinoza y el Baal Shem y los cabalistas,
un hombre que es el Libro,
una boca que alaba desde el abismo
la justicia del firmamento,
un procurador o un dentista
que dialogó con Dios en una montaña,
un hombre condenado a ser el escarnio,
la abominación, el judío,
un hombre lapidado, incendiado
y ahogado en cámaras letales,
un hombre que se obstina en ser inmortal
y que ahora ha vuelto a su batalla,
a la violenta luz de la victoria,
hermoso como un león al mediodía.

Del  libro “Elogio de la sombra” (1969)


París 1856

La larga postración lo ha acostumbrado 
a anticipar la muerte. Le daría 
miedo salir al clamoroso día 
y andar entre los hombres. Derribado,
Enrique Heine piensa en aquel río, 
el tiempo, que lo aleja lentamente 
de esa larga penumbra y del doliente 
destino de ser hombre y ser judío.
Piensa en las delicadas melodías 
cuyo instrumento fue, pero bien sabe 
que el trino no es del árbol ni del ave
sino del tiempo y de sus vagos días. 
No han de salvarte, no, tus ruiseñores, 
tus noches de oro y tus cantadas flores.