Texto de la contratapa
Nacida de la sospecha de que el hombre puede llegar a perder la vida en el afán por ganarse la vida, la poesía de Jorge Santkovsky hace un alto en los mínimos silencios que consiente la estrepitosa vida urbana y construye el refugio de su identidad personal. Aferrándose a la lección de vida que proporcionan las criaturas de su entorno cotidiano ― una rata, una araña, una rosa, un gato, un fuego― toma nota de las intuiciones que le brinda su percepción, las desarrolla, les busca un sentido que restañe sus heridas. Proporcionarle indicios o certezas a la propia existencia a partir de la observación de las criaturas que nos acompañan, a eso apunta el sentido de la palabra revelaciones en este libro, un libro que en cierto modo constituye un diario de supervivencia. La intuición poética de Santkovsky está decidida a aprender a vivir, cueste lo que cueste. En esa empecinada voluntad de inmanencia reside su logro secreto, su conmovedora humildad. Acompañada de palabras, la soledad pesa menos; por momentos el poeta llega incluso a sentir que es casi ingrávida su total indefensión. No ignora que del mero estar vivo a sentirse profundamente vivo hay un abismo, y es ese abismo el que sus palabras aspiran a franquear.
Reloj
I
El día comienza
con una tragedia,
sólo nuestra,
a nadie más obliga.
Sé lo que murmuran
se atreven y me lo dicen,
sin embargo
no creo en su muerte.
¿Cómo pudo ocurrir
si el reloj de oro
sigue firme en su muñeca?
II
Dicen
que si no creo en su ida
seguiré estancado
entre tanta desdicha.
El tiempo ha variado
se rompió el cristal
que me contiene;
lo que se ha ido
nunca podré llenarlo.
Espectáculo
No sé como nos arreglamos
para dotar a nuestros otros
de tantas virtudes
de tantos detalles.
De ser tan proclives
a caer en nuestras garras
y hacernos dichosos.
No es bueno
que nuestros otros cambien demasiado .
Sólo lo necesario
para que el espectáculo continúe
Máscaras
Son sólo máscaras.
Donde una ríe
surge otra que condena.
De golpe
las máscaras se alternan:
la que ríe, ignora
la que condena, adora.
No las atraparás,
son sólo máscaras.
Déjalas ir,
no valen la pena.
Ojos
En la vigilia
mis ojos de nube
esquivan
a mis ojos de tormento.
En la noche
mis ojos de miedo
someten
a mis ojos de niebla.
Con ojos latentes
recorro el sendero
capturando lo sagrado
en mis ojos de fuego.
Cada tanto,
mis ojos soberbios
se rinden al espanto.
Los desespera
ser ojos que agonizan.
Añoranza
Estuvimos juntos,
no me has visto.
Lo que sentís
es añoranza
de lo que no fue.
Fantasmas
Vos y yo sabíamos
o al menos deberíamos haberlo sabido
que aquel día
intercambiamos fantasmas.
Yo cumplí el sueño del territorio
y vos concretaste el objetivo del olvido.
Noche
Una noche
en una sala pulcra y ajena,
en tu única verdadera noche,
lograste el ansiado descanso.
Al fin te perdonaste.
Y sin que yo lo advirtiera
me dejaste perdonarte.
Gatos
No me sorprende
la invisibilidad de los gatos,
la sospechaba desde niño.
Los comprendo.
Conocemos lo peligroso
del hombre con miedo.
Ahora
que se que no se esconden
aprenderé de su ausencia,
ser invisible
puede serme útil
en un mundo
donde todo está a la vista.
Luna
Femenina
disfruta de los halagos.
No es fácil amarse bajo el sol
Pero es sencillo jurarse amor eterno
bajo una luna radiante.
A menudo, los temerarios,
los descuidados o faltos de suerte
sucumben a la marea embravecida.
La luna disconforme
desaparece,
mengua su presencia
y la marea desespera.
Se ve la rabia en las olas que no brillan.
¿Qué promete la marea?
¿Qué promete una y otra vez que no cumple?
Crédula,
como todos los que aman demasiado,
la luna vuelve
y todo comienza nuevamente.
Otra explicación banal
sobre la relación de la luna y la marea
me tiene sin cuidado.
Árboles
En este día caluroso
bajo los árboles,
el viento da una tregua
y siento
que todo ocurre hoy.
Ocurre la tierra,
su magnífica presencia,
esconde el sudor del surco
y nos revela inocencia.
Ocurre el agua,
que vuelve todo
al efímero principio
y parece sanar
todo lo que acecha.
Ocurre el cielo,
allá van
nuestros pensamientos
donde todo vuela,
donde todo es cierto.
Y ocurre el fuego,
en grupo
todo lo devora,
y estando solo
tiembla,
sólo tiembla.
Bajo el respiro de los árboles
de nada debo privarme,
como siempre
todo ocurre hoy.
Indiferencia
No temo tu mirada como látigo,
temo tus palabras.
Tus ojos no esconden ni su furia ni su miedo.
No temo tu espada ni tu puño
no temo tu sevillana.
Temo tu suave decir, como al pasar
sin compromiso.
Las palabras sueltas
dibujan espacios enormes, vacíos,
donde el frió no se encoge.
Temo la distancia estando tan cercana.
No temo tus armas
me prepare por siglos para ellas.
Temo la indiferencia.
Inexistencia
Está muy extendida la idea
de que no somos responsables.
Se nos ha intimado a responder
las más simples preguntas
con la esperanza
de reducir las opciones.
Los últimos acontecimientos
han demostrado,
simplemente
la inexistencia de los otros.
Nos guste o no
estamos atrapados.
Las excusas se han desvanecido.
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