No
sabemos cómo decirnos adiós
No sabemos cómo decirnos adiós:
erramos
por ahí, hombro con hombro.
Ya
el sol está bajando,
vas
taciturno, soy tu sombra.
Entremos
en una iglesia a ver
bautizos,
matrimonios, misas de difuntos.
¿Por
qué somos diferentes del resto?
Afuera
otra vez, cada quien vuelve la cabeza.
O
sentémonos en el cementerio,
sobre
la nieve pisoteada, suspirando el uno por el otro.
Esa
vara en tu mano está dibujando mansiones
donde
estaremos siempre juntos.
1917
I
Tres
cosas en el mundo él amaba:
El canto vespertino, los pavos reales blancos
Y de América, los mapas desvaídos.
No amaba el llanto de los niños,
La frambuesa con el té, no amaba
Ni la histeria femenina.
…Y yo fui su mujer.
El canto vespertino, los pavos reales blancos
Y de América, los mapas desvaídos.
No amaba el llanto de los niños,
La frambuesa con el té, no amaba
Ni la histeria femenina.
…Y yo fui su mujer.
(1911)
II
No
estoy con aquellos que abandonaron su tierra
Para que el enemigo la desgarrara.
No atiendo sus burdas lisonjas,
Mis canciones no serán para ellos.
Para que el enemigo la desgarrara.
No atiendo sus burdas lisonjas,
Mis canciones no serán para ellos.
Pero me
da lástima el proscrito,
Como un prisionero o un enfermo.
Oscuro es tu camino, peregrino,
Huele a ajenjo el pan ajeno.
Como un prisionero o un enfermo.
Oscuro es tu camino, peregrino,
Huele a ajenjo el pan ajeno.
Y aquí,
en el acre olor del fuego,
El resto de juventud perdido,
Nosotros de ningún golpe
Nos hemos protegido.
El resto de juventud perdido,
Nosotros de ningún golpe
Nos hemos protegido.
Y
sabemos que en la apreciación tardía
Cada hora será justificada…
Pero en el mundo no hay gente sin lágrimas
Más altiva que nosotros ni más llana.
Cada hora será justificada…
Pero en el mundo no hay gente sin lágrimas
Más altiva que nosotros ni más llana.
(1922)
III
El último brindis
Bebo
por la casa derruida,
Por la soledad, juntos,
Por esta maldita vida mía
Y por ti, bebo,
Por la soledad, juntos,
Por esta maldita vida mía
Y por ti, bebo,
Por la
mentira de la boca que me traicionó,
Por el frío de muerte en la mirada,
Porque es cruel y torpe el mundo,
Por aquello que Dios no salvara.
Por el frío de muerte en la mirada,
Porque es cruel y torpe el mundo,
Por aquello que Dios no salvara.
(1934)
Versiones
de Inés
Aráoz tomadas de Hablar de Poesia Numero 3
La mujer de Lot.
Pero la esposa de Lot, miró hacia atrás
y se convirtió en un pilar de sal.
(Libro del Génesis.)
Y el hombre justo acompañó al luminoso agente de Dios
por una montaña negra, siguiendo su huella,
mientras una voz incansable acosaba a la mujer:
—No es demasiado tarde, aun puedes mirar hacia atrás.
Hacia las torres rojas de tu Sodoma nativa,
al patio donde una vez cantaste, al pabellón para
hilar,
a las ventanas de la enorme casa
donde la descendencia santificó tu lecho conyugal.
Una sola mirada: súbita punzada de dolor en sus ojos,
antes de poder emitir cualquier sonido.
Su cuerpo se derritió en sal transparente
y sus ligeras piernas claváronse en la tierra.
¿Quién penará por esta mujer?
¿No le resulta de sobra insignificante a nuestra
incumbencia?
Incluso así, nunca la negaré en mi corazón,
ella que murió porque eligió volverse.
Versión de Kira Galván
Unos van por un sendero recto..
1
Unos van por un sendero recto,
Otros caminan en círculo,
añoran el regreso a la casa paterna
y esperan a la amiga de otros tiempos.
Mi camino, en cambio, no es ni recto, ni curvo,
Llevo conmigo el infortunio,
voy hacia nunca, hacia ninguna parte,
Como un tren sobre el abismo.
2
En las profundidades de la música
no hallé respuesta alguna:
sólo la mudez y el sosiego
junto al fantasma del verano.
3 Yo voy hacia donde ya nada es cierto.
Allá donde el más querido compañero es apenas una
sobra:
El viento irrumpe desde el jardín perdido
y bajo los pies sólo siento el frío del camino.
Cuando una persona muere
Cambian también sus retratos.
Sus ojos miran de otra forma, y sus labios
Sonríen con otra sonrisa.
Yo me di cuenta de esto al regresar
Del entierro de un poeta.
Desde entonces, con frecuencia, he comprobado
Que mi conjetura era cierta.
Versiónes de Jorge Bustamante García.