Escrúpulo
Me parece que vivo |
Me parece que vivo |
Canto del cisne
Demencia:
el camino más alto y más desierto.
Oficios de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan extravíos;
tosen las muecas
y descargan los golpes
afónicas lamentaciones.
Semblantes inflamados;
dilatación vidriosa de los ojos
en el camino más alto y más desierto.
Se erizan los cabellos del espanto.
La mucha luz alaba su inocencia.
El patio del hospicio es como un banco
a lo largo del muro.
Cuerdas de los silencios más eternos.
Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.
¿A quién llamar?
¿A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?
Se acerca Dios en pinchadas de loquero,
y ahorca mi gañote
con sus enormes manos sarmentosas;
y mi canto se enrosca en el desierto.
¡Piedad!
Descendimiento
Comenzó a
descolgar lentamente la sábana grande
y mientras la
descolgaba pensó en el santo sudario
y pensó en el
mismo Cristo cuando lo van bajando
de la cruz y lo
envuelven. Y la sábana se deslizó
sobre sus brazos,
sobre su hombro derecho, y le
cubrió su pecho y
su cintura, con todo su peso
todavía muerto,
todavía no resucitado, pero dócil.
No tan pesado como
su propio cuerpo, o justo tan
liviano como su
propio cuerpo, con su justo peso, el
peso de los
justos. Y una ráfaga de viento infló la
sábana como una
vela. Y un resplandor agitó su
pelo. Y un pedazo
de sábana cubrió su rostro. Y el
sol bajó sus
párpados. Y todo el mar se agitó.
Las cosas
nos sentamos a mirar los cuerpos de los pájaros
sus trajines
sus volares
con un libro de aves en la mano
aún no podemos estar
sin conocer los nombres de las cosas
Algarrobos
dicen que tiene unos doscientos años
tal vez más
tal vez menos
(nadie ve decrepitud en la vejez de un árbol)
quisiéramos envejecer igual que él
ser sombra en el verano
sobre la casa de los amigos
cobijo de sus juegos
mojón de los perdidos
con los brazos en alto
indiferentes a los cálculos humanos
entre los desperdicios de la obra
un algarrobo guacho
una ofrenda
una señal contra corriente
la vida de los montes da batalla
enseña al que tiene deseos de aprender
da luz sobre el secreto
(pensamos)
de resistir en fiesta
algarrobito guacho
maestro mudo de la paciencia
vemos ahora tu intención
de levantar los brazos sobre el muro del sur
y saludar al algarrobo viejo
como nosotros lo hacemos
con nuestros amigos
cuando toman su sombra
mientras te riego
no pienso que ayudo a tu vitalidad o a tu salud
pienso que apuro el paso de tu compañía
Lo que estaba por decir
Lo que
estaba por decir
no es para
los jóvenes
imbuidos del
despliegue
de sus
recursos.
Ni para el
joven
que deambula
por un valle
de callados
deseos.
No es para
los hombres
que cabalgan
una causa
con la
mirada puesta en las conquistas
que se
marchitan
antes de su
consagración.
Ni para
aquellos
que dan
porque temen.
Lo que
estaba por decir
no es para
valientes,
que desde
hace mucho conocen
los peligros
de la seguridad;
ni para los
tímidos,
acorralados
tras su
lujuria.
No es para
los fuertes
obstaculizados
por una carga,
donde sus
recursos
de nada sirven.
No para los
que engendran
distantes
del amor,
inquietos
por sus sueños.
Lo que
estaba por decir
es mejor que
no lo diga.
Balance final
Debieras estudiar contabilidad
te ayudaría a evaluar
ganancias y pérdidas, deudas y
créditos,
con un balance final
que revelara el estado auténtico
de tu estructura
Es harto inútil
lamentar tus desdichas
desordenadamente
y a la vez despreciar las alegrías
que aguardan tu reconocimiento
para lo que no estás preparado.
Debes reordenarte;
reponer tus fragmentos
donde en verdad pertenecen;
removerles el verdín,
y luego aspirar profundamente
la belleza que no has advertido.
Como si estuvieras
con los pies descalzos sobre el borde
de cara al precipicio
y el viento te moviera los tobillos.
Estás vos ante el polvo,
vos ante lo hermoso del abismo
con el grito pegado a la garganta,
tu grito que subió
desde tus pies descalzos,
tus pies descalzos de punta al precipicio
y con el viento que sigue dando vueltas
metido en tu cabeza.
A esta altura el viento está metido
en tu cabeza, en tu coraje, en tus tobillos
y el grito crece ahí
llenando tu garganta.
El grito ahí.
Ahí.
El grito entero ahí
cerrado en la garganta.
Un alarido atado y luminoso
hace una cruz adentro de tu boca.
Vas a soltarlo cuando te das cuenta
de que entre tus brazos
hay un bebé
que duerme.
Y no gritás.
No gritás, dios mío, no gritás.
Eso es un nudo.
Homenaje a Abraxas
Y Abraxas resultaba ser la divinidad encargada de la
función simbólica de reunir en sí lo angélico y lo demoníaco. |
Exagero
como las pesadillas y los cuentos
para no mentir ni que me crean.
Soy la doble imagen del espejo,
judaísmo diestro: mano sonrisa y sueño;
judaísmo siniestro: ojo, cerebro y culpa.
Uno me ata a la vida, el otro a la palabra yerta;
uno me nutre, el otro me atormenta;
uno me enorgullece, el otro me avergüenza;
uno me rejuvenece, el otro me avejenta.
Soy simultáneamente la gran ciudad y la pequeña aldea;
el vuelo loco y la piedra;
la superstición, la sutileza, la aristocracia y la miseria.
Como las pesadillas y los cuentos
exagero
para no mentir ni que me crean.
Tarea
Han de saber
que cuando en la oficina no hay trabajo,
yo trabajo,
trabajo como un negro,
sudo tinta,
ando detrás de pájaros azules,
me meto en grandes líos con los sueños,
me desangro en palabras,
salgo a cazar ballenas y crepúsculos,
domestico elefantes
(hay que ver qué furor el de la selva)
le explico al faraón cosas del tiempo,
hago el amor a veces,
lucho con los zulúes cuerpo a cuerpo,
tengo que abrirme paso en un perfume,
volver para las doce,
morirme,
andar recuerdos.
Tengo que hablar con Dios,
volverme loco,
lanzar varias proclamas de justicia,
escapar de la hoguera,
vestirme de jamás para un entierro.
No descanso ni un minuto,
me doy un gran trajín con las cigarras,
me cito con Lenin y arreglo el mundo,
llamo a larga distancia,
digo anote en mi agenda: Nazareno,
trato cosas del aire con gaviotas,
compro verdes, azules, amarillos
y los despacho por expreso al cielo.
Hago arreglo con nubes,
firmo tardes de otoño con llovizna,
corro a cambiar estrellas que andan flojas,
promuevo madreselvas,
dicto inviernos...
cuando el jefe me mira y dice ejem,
ya que usted no hace nada y tiene tiempo...
Si para recobrar
lo recobrado si para estar ahora enamorado Porque después de todo he comprobado Porque después de todo he comprendido |
10
Cada cual lleva en sí
tras de su máscara
las huellas invisibles
de su rostro secreto.
11
Dentro del marco fijo
del espejo
buscamos
parecernos a lo que ya no somos
y quizá nunca fuimos.
13
Fascina
Este límite
Donde el haber vivido se desprende
como la piel de una serpiente.
18
Sí,
las heridas son el mejor manuscrito.
32
Envejecer es esto,
recordar vagamente la piel de los amantes.
38
La duda es un extraño paraíso
donde Dios puede al fin dejar de ser eterno.
44
Es difícil morir.
Más difícil aún saber si estamos vivos.
Los
chicos de la calle
Oh, niños asesinos, oh salvajes antorchas.
Julio Cortázar
Ragazzi di vita
los llamó Pasolini
con su piedad adversa
desollada.
Y nos los deja así
sin otra identidad que la mugre
y la llaga.
Debajo
del abrigo de su costra de escaras
-cristos breves-
los chicos de la calle
no saben todavía que su sombra atrapada
crece
para la historia de la infamia.*
El dolor
nunca es niño.
Y en ellos ni siquiera es dolor.
Es una humillación
de la esperanza.
* Borges
Tigres
Dicen
que el territorio de las hembras
es menor.
Pero el olor a hembra atraviesa el verano
y el celo
es territorio prometido
para tigres
y albatros.
Cuerpo
de mujer
Conspiración del universo
para que el horizonte
se desnude.
Van Gogh
Aunque estoy a menudo en
la miseria...
Van Gogh
Tal como corresponde a su locura,
trabaja y piensa. Piensa en algo grave,
sin duda, terrorífico: en un ave
que se engulle pintores, o en la impura
elementalidad de la pintura,
de una silla de paja, un blanco, un suave
autorretrato, un amarillo (sabe
Dios con cuál de ellos hizo su impostura
de limoneros, sol, ducados de oro,
insólitos maizales, un tesoro
enterrado en la luz, un cruel taladro
de bondad). Traza trazos, llora. Dice
incongruencias congruentes. Se desdice.
Impreca, sufre. Nunca vendió un cuadro.
Con alguna frecuencia
Con alguna frecuencia me encamino
hacia mi corazón e intento darme
caza o, al menos, verme, confirmarme,
sentir que soy mi propio peregrino.
A veces doy conmigo, un desatino
absoluto, un bastón, un conformarme
sólo con adjetivos, un llorarme
con excesiva lástima, un camino
en caracol, desierto, inconducente.
Otras veces, no encuentro la manera
de encontrarme, mirarme, de repente,
en lo que creo ser, una persona
común, puro no ser, linfa, madera,
cal, duda, enfermedad que se amontona.
Las putas
Como algas lentísimas y fieles,
como ríos de pan, como pedazos
de golondrinas, suben por los brazos
de la melancolía y los paneles,
trepan por el murmullo con sus mieles
feroces y sus pálidos ocasos,
con sus temblores y los cielo-rasos
de la cursilería y los hoteles,
ascienden por los besos, se abandonan
a las monedas del amor, perdonan
nuestra insaciable sed, nuestras impuras
maneras de quererlas, oh! lejanas
y próximas, oh! dulces hermosuras,
oh! silenciosas, húmedas
campanas.