Los días han desmayado,
ha llegado el tiempo
de que los ojos vuelvan
la espalda al mundo.
Viajo a través del silencio
que ignora la palabra.
He olvidado algo,
he devorado algo dentro de mí
que me lo impide.
Niños-monstruos
Hacer un poema de la infancia
no es ordenar una palabra acá
y otra allá, es haberse destacado
en la galería de terror del barrio,
declarar un amor ante el círculo sarcástico,
es haber puesto el cuerpo y el alma que no espira,
es haber sufrido la complicidad de mediocres e idiotas,
es haber notado que se escapa la tortuga con tu nombre
ante la disciplinada fila escolar.
Encantadores niños-monstruos,
tan condenados, tan abominables
que la muerte muere en ella misma
para no trabajar con ellos.
Volví al antiguo rito:
Junté las palmas de mis manos
y las ahuequé tratando de formar una cueva.
En el espacio que distaba entre ambas,
apoyé mi oreja y escuché grabaciones
incesantes del mar escaparse de mis manos.
Poemas de "La pata del pajarito" editado por la editorial Huesos de Jibia 2014