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sábado, 4 de febrero de 2017

Gertrud Kolmar (Berlín 1894 , Auschwitz , Polonia 1943)





La judía

Soy ajena.

Porque la gente no se me acerca,
Quiero protegerme ceñida con las torres
Que sostienen en las nubes
El empinado tejado gris-piedra.

Ustedes no encuentran la llave de bronce
La escalera sorda. Ella rueda hacia arriba,
Como erguida plana escamada cabeza
Una nutria hacia la luz.

¡Ah!, esos muros podridos ya como rocas,
Que lava la corriente milenaria;
Los pájaros con los burdos cuellos rugosos
Agazapados en cuevas alborotadas.

El crujido de la arena en las bóvedas,
Acurrucadas lagartijas con pechos jaspeados
Quiero planear una expedición
Hacia mi propia tierra ancestral.

Quizá pueda descubrir la Ur de los Caldeos
Enterrada todavía en algún lugar,
El ídolo Dagón, la carpa de los Hebreos,
La trompeta de Jericó.

La que derribó los muros astutos
Se ennegrece en la profundidad, deshecha, torcida;
Antaño sin embargo aspiraba yo el aire
Que hacía posible sus sonidos.

Y en las arcas, cubiertas de polvo
Yacen las nobles vestiduras muertas,
Moribundo resplandor del ala de la paloma
Y el tumulto de Behemoth.

Me engalano asombrada. Cuán pequeña soy,
Lejanos sus poderosos y fastuosos tiempos,
Sin embargo a mi alrededor se entumecen como guarida
Las refulgentes latitudes, y me encarno

Pues finalmente me siento ajena y no me reconozco
Puesto que yo ya era antes de Roma, de Cartago
Puesto que inesperados arden en mí los altares
Ante la jueza y su tropel.

Desde el cántaro de oro escondido
Fluye en mi sangre un doloroso fulgor,
Y un canto, que me dignifique
Quiere nombrarme.

Cielos exclaman desde signos coloridos,
Impenetrable es vuestro rostro:
Quienes con el zorro tímidos me acosan
No se animan.

Enormes columnas de viento destructoras, soplan
Verdes como pizarra, rojas como corales.
Sobre las torres. Dios deja que se desmoronen
Y que todavía permanezcan de pie, milenios.

 Traduccion de Celia Caturelli 
tomado de la Revista Hablar de Poesia 34


Die Jüdin

 Weil sich die Menschen nicht zu mir wagen, !
 Will ich mit Türmen gegürtet sein,
 Die steile, steingrau Mützen tragen
 In Wolken hinein.

 Ihr findet den erzenen Schlüssel nicht
 Der dumpfen Treppe. Sie rollt sich nach oben,
 Wie platten, schuppigen Kopf erhoben
 Eine Otter ins Licht.

 Ach, diese mauer morscht schon wie Felsen,
 Den tausendjähriger Strom bespült;
 Die Vögel mit rohen, faltigen Hälsen
 Hocken, in Höhlen verwühlt.

 In den Gewölben rieselnder Sand,
 Kauernde Echsen mit sprenkligen Brüsten-
 Ich möcht’ eine Forscherreise rüsten
 In mein eigens uraltes Land.

 Ich kann das begrabene Ur der Chaldäer
 Vielleicht entdecken noch irgendwo,
 Den Götzen Dagon, das Zelt der Hebräer,
 Die Posaune von Jericho.

 Die jene höhnischen Wände zerblies,
 Schwärzt sich in Tiefen, verwüstet, verbogen;
 Einst hab’ ich dennoch den Atem gesogen,
 Der ihre Töne stieß.

 Und in Truhen, verschüttet vom Staube,
 Liegen die edlen Gewänder tot,
 Sterbender Glanz aus dem Flügel der Taube
 Und das Stumpfe des Behemoth.

 Ich kleide mich staunend. Wohl bin ich klein,
 Fern ihren prunkvoll mächtigen Zeiten,
 Doch um mich starren die schimmernden Breiten
 Wie Schutz, und ich wachse ein.

 Nun seh’ ich mich seltsam und kann mich nicht kennen,
 Da ich vor Rom, vor Karthago schon war,
 Da jäh in mir die Altäre entbrennen
 Der Richterin und ihrer Schar.

 Von dem verborgenen Goldgefäß
 Läuft durch mein Blut ein schmerzliches Gleißen,
 Und ein Lied will mit Namen mich heißen, 
 Die mir wieder gemäß.
 
 Himmel rufen aus farbigen Zeichen.
 Zugeschlossen ist euer Gesicht:
 Die mit dem Wüstenfuchs scheu mich umstreichen,
 Schauen es nicht.

 Riesig zerstürzende Windsäulen wehn,
 Grün wie Nephrit, rot wie Korallen,
 Über die Türme. Gott läßt sich verfallen
 Und noch Jahrtausende stehn.







De la Oscuridad


De la oscuridad vengo yo, una mujer.
Llevo un niño, ya no sé de quién;
en otro tiempo lo supe.
Pero no hay más hombre para mí...
Todos se han hundido a mi paso, como un riachuelo
que la tierra bebió.
Avanzo más y más lejos.
Porque quiero alcanzar las montañas antes de que se haga de día,
y ya se apagan las estrellas.

De la oscuridad vengo yo.
Marchaba sola por oscuras callejas
cuando de pronto se abalanzó una luz, despedazando con sus garras
la blanda negrura,
el leopardo a la cierva,
y una puerta abierta del todo escupió una espantosa algarabía,
un griterío salvaje, un aullido animal.
Unos borrachos se revolcaron...
Todo esto lo sacudí del borde de mis ropas por el camino.

Y atravesé el mercado desierto.
Las hojas nadaban en los charcos, que reflejaban la luna.
Perros flacos, ansiosos, olisqueaban desperdicios sobre las piedras.
Pisoteadas, se podrían las frutas,
y un viejo cubierto de harapos seguía torturando su pobre
instrumento de cuerda.
Cantaba en voz baja un desafinado lamento,
sin ser oído.
Y aquellas frutas que en otro tiempo maduraron al sol, con el rocío,
aún soñaban con el perfume y la dicha de la amorosa flor,
pero el mendigo quejumbroso
hacía tiempo que lo había olvidado y no conocía ya
más que el hambre y la sed.

Ante el palacio del poderoso me detuve en silencio,
y cuando pisé el escalón más bajo,
el porfirio rojo carne estalló, partiéndose bajo mi suela.
Me volví
y miré hacia arriba, hacia la ventana vacía, la tardía vela del pensador,
que meditaba, meditaba, y jamás se libró de su pregunta,
y hacia la lamparilla velada del enfermo que, por supuesto, no estudió
la forma en la que habría de morir.
Bajo los arcos del puente
dos esqueletos horribles se pegaban por el oro.
Yo alcé mi pobreza como un escudo gris ante mi rostro
y seguí mi camino sin ser molestada.

A lo lejos el río habla con sus orillas.

Ahora tropiezo al subir por el sendero de piedra, recalcitrante.
Los guijarros, los matorrales de espinas hieren las manos
que tantean a ciegas:
espera una gruta,
que en la más profunda hendidura alberga al cuervo verde metálico,
el que no tiene nombre.
Entraré ahí,
me acurrucaré bajo la sombra de sus grandes alas y descansaré.
Amodorrada escucharé cómo crece la muda voz de mi hijo
y dormiré, con la frente inclinada hacia el este,
hasta la salida del sol.

De su libro Mundos, Traducido por Berta Vías Mahou, Acantilado, España, 2005, 1º Edición de 1947.


viernes, 4 de diciembre de 2015

Rose Ausländer (1901,Chernivtsi Imperio austrohúngaro , 1988 Düsseldorf Alemania )

"Escribo para mí. Pero público para los lectores, cuyo eco es como la luz del sol, sin la cual probablemente no podría crecer."

¿Quién soy yo?

Cuando estoy desesperada escribo poemas
Estoy contenta
y los poemas se escriben
en mí
¿Quién soy yo
cuando no
escribo?

Wer bin ich

Wenn ich verzweifelt bin
schreib ich Gedichte
Bin ich fröhlich
schreiben sich die Gedichte
in mich
Wer bin ich
wenn ich nicht
schreibe



Luz de madre


Mayo
mi mes
en el que alumbré
a mi madre

Ella me cantó Sí
a mí

Los abejorros
siguen bailando
al corro de su luz

Cuando
huía
de la infancia
se ahogó
mi suerte
en el extranjero

Cuando
me entumecía
en el ghetto
se congeló
mi corazón
escondido en el sótano

Yo sobreviviente
del horror
hago de palabras
vida



Mutterlicht


Mai
mein Monat
da habe ich
meine Mutter geboren

Sie sang JA
zu mir

Maikäfer
tanzen noch immer
um ihr Licht

Als ich
aus der
Kindheit floh
erstickte
mein Glück
in der Fremde

Als ich
im Ghetto
erstarrte
erfror
mein Herz
im Kellerversteck

Ich Überlebende
des Grauens
schreibe aus Worten
Leben




tomado del blog
http://www.tierradenadie.de
 con traducciones realizadas por Detlef Zunker y Ana Sanvisens con aportaciones de Dr. Javier Navarro.



Godot

En los días feriados
me visitan los amigos muertos

ellos me cuentan
historias conocidas
que yo había olvidado

Quien vive con nosotros
sabe todo
aseguran

No quiero
saber todo
espero a Godot
digo yo

El esta en el cielo
me amenazan

Crezco
quizás alcance
alguna vez el cielo



Godot
An Feiertagen 
 besuchen mich tote Freunde 

erzählen mir 
 bekannte Geschichten 
 die ich vergessen hatte 

 Wer bei uns wohnt 
 weiß alles 
 schwören sie 

 Ich will nicht 
 alles wissen 
 ich warte auf Godot 
  sage ich 

 Er ist im Himmel 
 drohen sie 

 Ich wachse 
 vielleicht erreiche ich 
 einmal den Himmel



Donde el pensamiento

Busco
los limites
entre tu
y yo

Agujas de luz
cabellos
sombras desdibujadas

nos encontramos
donde el pensamiento termina
ningún 
espejo nos
refleja




Wo der Gedanke

 Ich suche
 die Grenze
 zwischen
 dir und mir

 Lichtnadeln
 Haare
 verschwommene Schatten

 wir durchdringen uns
 wo der Gedanke abbricht
 kein
 Spiegel uns
 reflektiert



No lo retengas

que 
en cada minuto
Dios muere y vive
lo sabe 
quien lo respira

En todos lados
crece un árbol
alrededor del cual
la hermosa serpiente 
se enrosca

Tu conoces
la palabra de la manzana

Déjanos ser mortales
hacer cosas prohibidas

No 
lo retengas



Verweile nicht

Daß
jeden Augenblick
Gott stirbt und lebt
weiß
der ihn einatmet

Überall
wächst ein Baum
um den
die schöne Schlange
sich windet

Du kennst
das Apfelwort

laß uns tödlich sein
Verbotenes tun

Verweile
nicht


Columna de sal

Erguida en mi
La columna de sal

Soy yo
quien mira hacia atrás
una y otra vez

Verdad
la Gomorra de las rosas
la poesía de las espinas

Conozco el lugar
la palabra herida
a la que se le niega
la vista

Ninguna barrera
Eurídice
Aquí   nos encontramos
en la encrucijada
de las sombras



Salzsäule  

Aufrecht in mir

die Salzsäule

Ich bin´s
die sich umwendet
wieder und wieder

Wahrheit
im Rosengomorrha
das Dornengedicht

Ich kenne die Stelle
verwundbares Wort
dem Augenblick
verwehrt ist

Kein Übertritt
Eurydike
hier treffen wir uns
am Scheideweg
der Schatten

La llave

Mi  cuarto
tiene muchas puertas

Cada una lleva hacia
otro cuarto
con muchas puertas

Sin palabras voy
de puerta en puerta
de cuarto en cuarto

escucho mi silencio

escucho voces ajenas
un  eco de  palabras
tras de una puerta
que está cerrada

En dónde está la llave
la palabra de la llave



Der Schlüssel 

Mein Zimmer
hat viele Türen

jede führt in ein
andres Zimmer
mit vielen Türen

Wortlos gehe ich
 von Tür zu Tür
 von Zimmer zu Zimmer

ich höre mein schweigen

höre fremde Stimmen
ein Echo von Worten
hinter einer Tür
die verschlossen ist

 Wo ist der Schlüssel
 das Schlüsselwort



traducido por Celia Caturelli publicado en la revista  Hablar de Poesía 32