sábado, 7 de septiembre de 2013

Gabriel Gómez Saavedra (Concepción ,Tucumán) , 1980)




Abrí en el jardín el pozo para mi perro sacrificado. También tuve que echar en él al ciruelo estéril que sólo hacía sombra en los amaneceres. Mamá no quiso mirar.
“Los solos siempre quedamos inmóviles en el borde”, pensé cursi, mientras decidía si incluía o no en el pozo a los muertos agudos que profanan a mi abuela cuando sueña.

***

Les conté que, de niño, vi comenzar a la lluvia.
Mientras narraba sobre las primeras gotas en los pastos y en la arena con el cielo aún abierto, se impregnaron de horror; tapándose bocas y oídos, y agarrándose el peso de las cabezas con sus manos verdosas.
Dijeron que mentía, que “la lluvia no empezaba”, que “estuvo siempre”. Y me sentenciaron al exilio en una remota aridez, donde no hay otra cosa para hacer más que llevar la cuenta de cada grieta que abre el sol sobre la tierra.

***

El temblor de un gorrión salta sin esfuerzo de un lado a otro de la reja.
Hay palomas alimentándose del contenedor de la unidad penitenciaria.

Hoy, el aire pasó para lastimar el muro.


a los y las poetas de las unidades nº 1, 2, 3, 4 y 5

***

La luz y su ausencia se reparten la escena casi igualitariamente. Vertical, la doble armonía ha trepado al fotografiado. Si prestan atención, verán que bajo sus ojos desgrana el sudor de los ángeles que lograron atravesar lo imperceptible de los días.
El fotografiado es mi abuelo, a quien los domingos le acercamos velas al cementerio para que nos alumbre los huesos.


Del libro " Siesta " de la editorial  Ultimo Reino




El lector


Lo alzó entre las manos
para cubrirlo
del morboso jugueteo del perro.
Pensó:
“otro gorrión interrumpido
contra la mampara de la galería,
otra ausencia minoritaria
para esta especie abultada
y sin lustre”.
(Arriba una avioneta
repetía
la publicidad de un circo)
Al mirar
por el agüita asesinada
que se paraba
en el ojo del caído
repentinamente sintió
cómo se nublaban y perdían
todas las palabras de su lenguaje.
Metido entero
en aquel analfabetismo,
como dentro de un viento
sin fricciones,
abrió brevemente su torso
con el mejor de sus cuchillos
e insertó allí
el peso despojado
del cuerpo del pájaro.
28
A partir de aquel hecho
cada vez que lo rapta el impulso
de leer un poema,
arrima el libro al pecho
y, como dichoso entenado
de un cielo prestado,
deja que el gorrión
ladre.


Taxistas


Agria la cabeza
puesta a los hombros que no pulsan,
pinchan
asociados a las estrellas
que son sólo pobre hielo de la noche,
aun
cuando ésta despance
subtropical la clorofila.
Es la rodante ajenidad…
De a ratos
salen y rescatan las falanges
de circulares durezas,
por si el automatismo sorprende
hundido en falsa vainilla
y rojo interrumpido rojo
atemporal.
Bocinas engordan los ácidos del ojo
pero engañado tienen ya el espinazo
para dormirse en lo breve
con gatos que descalzan cacerías
hacia el exilio de la radio.
Cuando a la esquina cabalguen fajas de sol:
pan sanguchero,
mortadela, queso y diario...
la orfandad será un mudo estandarte
en las hojas desangradas de coca
y en los puchos del turno cerrado.

Mano


Y sí,
podría no estar
y sin embargo
hace su aporte cortando
el tacaño airecito de la siesta.
Uno la mira y se dice:
“no sirve ni para dar
la más elemental de las señas,
ni para ahuyentarse los mosquitos”.
Es mano mendiga.
De su estirpe es propio
sostener un hoyo
como musgo empollado.

El que está detrás de la mano
ciertamente
no está.
No sabe
que podría ser
una estatua trepada
por las bocinas que se reproducen
en el celo de la calle 9 de Julio
o la improlija caligrafía
trazada
en el fresco cemento
de la vereda.
No sabe que no está
pero no le importa.
Sabe muy bien
que ha fusilado
el límite geopolítico de los días
y que,
si nos atreviésemos a tropezar con sus ojos,
los andamios
sobre los que andamos
se partirían en toda su fragilidad.
Y ya no habría noche
en la que podamos dormir solos
y a oscuras.
Por eso
aunque no esté,
aunque nunca estuvo,
saca la mano
y pide.



Suicida


¿Por qué viene la baguala
y aquí se pone a doler?
Manuel J. Castilla-Rolando Valladares, “Canción de las cantinas”



No pensaba ya
en los templos desviscerados por las mayúsculas
con que los hombres mensuraban su nombre
y lo alejaban.
Ahora sólo quedaba espacio
para extender la mirada hacia el follaje
de los árboles de Plaza Alberdi.
Esbozaba el aire de volcar
todos los cielos ausentes para el porvenir
en el concentrado infinito
de una flor de tarco,
cuando vio pasar
a un apocado niño cargando,
en el mohoso intervalo tambaleante de las costillas,
una transparente incomodidad que se confundía
y que él reconoció
como a uno de sus cadáveres;
anoche también
había divisado otro,
pero como un ahogado
en la pulpa fatigada de los ojos del caballo
que tiraba el carro de un cartonero.
Aquello lo vistió de la angustia:
un regusto a barro de ceniza
sólo equiparable a aquel
donde se extravió, irrecuperable
y de bruces,
cuando escuchó por primera vez Canción de las cantinas
(interrogatorio
puesto al lomo irresuelto de una noche;
expiando laberintos de la osteoporosis del vino).

Entonces, Dios comprendió sus ganas
de elegir un banco,
acurrucarse, inabarcable y fetal,
y abrirse el cuello para que la muerte le entre y se abisme
a falta de madre
que lo arrulle.

De "Escorial" Editorial Huesos de Jibia 2013

domingo, 1 de septiembre de 2013

Rainer Maria Rilke (Praga, 1875-Val-Mont, Suiza, 1926)


Gata negra

Un fantasma, aunque invisible, es aún un espacio
donde tu vista puede golpear, resonando; pero aquí
entre este espeso pelaje negro, tu más dura mirada
será absorbida y desaparecerá completamente:

como si fuera un loco delirante, cuando nada ya
puede aliviarlo, que acomete contra la noche oscura
aullando, golpea la pared acolchada, y siente
la ira amainando hasta calmarse.

Ella parece esconder dentro de sí todas las miradas
que le han posado, para poder observarlas
como a un público, amenazante y taciturna
y enrollarse a dormir con ellas. Pero casi de pronto

ella mueve su cara hacia la tuya, como si despertara;
y sobresaltado, te ves pequeño,
dentro del ámbar de sus órbitas
suspendido, como un insecto de una especie extinguida.

Traduccion de Marina Kohon y Andrés Rimondi



Schwarze Katze

Ein Gespenst ist noch wie eine Stelle,
dran dein Blick mit einem Klange stößt;
aber da, an diesem schwarzen Felle
wird dein stärkstes Schauen aufgelöst:

wie ein Tobender, wenn er in vollster
Raserei ins Schwarze stampft,
jählings am benehmenden Gepolster
einer Zelle aufhört und verdampft.

Alle Blicke, die sie jemals trafen,
scheint sie also an sich zu verhehlen,
um darüber drohend und verdrossen
zuzuschauern und damit zu schlafen.
Doch auf einmal kehrt sie, wie geweckt,
ihr Gesicht und mitten in das deine:
und da triffst du deinen Blick im geelen
Amber ihrer runden Augensteine
unerwartet wieder: eingeschlossen
wie ein ausgestorbenes Insekt.

Der neuen Gedichte anderer Teil, Insel Verlag, 1935

sábado, 24 de agosto de 2013

Griselda Garcia ( Buenos Aires, 1979)



Liturgia

En los momentos más altos
desde puntos lejanos
los veo acercarse
vienen a mí con ofrendas.

Doy mi cuerpo y comen
doy mi sangre y beben.

Vivo en ello
como la madre en los hijos
que un día le darán la espalda.

Casta de cuervos
que hubiera preferido
no engendrar.

lunes, 19 de agosto de 2013

Juan Sasturain (1945 , González Chaves, Provincia de Buenos Aires)



Poema para recuperar una mujer


Dicen que hay dos clases de mujeres:
las que te cobran y las que te lo hacen pagar.
La que yo digo es de clase única.
No tiene caja habilitada
y ya gastó su talonario de facturas
en el último ejercicio registrado en común.
Ahora sólo espera que yo llegue
regalado.
Dicen que hay dos clases de regalos:
los que se esperan y
los que se hacen esperar.
El que yo digo es de clase única.
Se empaqueta solo
se pone el moño desde adentro y se arrima
a la puerta de su amor a esperar que le abran.
Dicen que hay dos clases de amor:
el que te mata y el que no te deja vivir.
El que yo digo es de clase única.
Pasta en la reserva para animales
en vías de extinción,
se cuida con fervor de resucitado y ya
no muerde:
come de la mano y hasta se deja domesticar
sin que se le marchiten los colores
o lo espante la muerte.
Dicen que hay dos clases de muerte
pero no es cierto:
sólo hay una y ya pasó.

la mentira y sus piernas

La mentira tiene piernas muy cortas;
la verdad no camina, se arrastra,
las palabras se mueven con soltura ideal.
las mentiras tiene piernas muy bellas,
la verdad se las mira de reojo
y el mundo silba, se hace el distraído.
La mentira tiene piernas muy largas,
yo camino con mis pies y, como el mundo,
me muero por las dulces, suaves piernas
de la mentira, que ni se acuerda de mi.


de Carta al Sargento Kirk y otros poemas de ocasion

domingo, 18 de agosto de 2013

Daniel Ponce (Buenos Aires , 1956)


Dos a borrar


"Tenia poco acuerdo con mi padre
aunque fingíamos una tregua perpetua:
cada uno narraba noticias apócrifas del otro.
Nos hundíamos en el encomio mutuo
o en anécdotas banales. Algo así
como el contorno de la verdad.
Los años nos obligaron a escribir
biografías absurdas, de otros dos
que no éramos nosotros. Hablaban
de seres razonables, seguros de sí.
Persuadimos a unos pocos incautos.
El murió, de pronto, para derrumbar en mí
una estatua de malentendidos.
Ahora, cuando lo oigo hablar en mi sueños
y le digo que me niego a viajar al pasado,
hacía un tiempo que no me concierne,
toma un aspecto sombrío y aguarda
en el silencio (cada cual sabe
me hacen falta dos para el desamparo).
El resto es durar, hasta aquel día
en que moriremos juntos
cuando yo muera".


Da lo mismo


Es igual salir a la lluvia
o quedarse de este lado de la puerta
a contar silabas
en la oscuridad perpetua.
Todo escapa y cambia y enmudece.
Se vacian las horas.Si los objetos
pudiesen delatar nuestra desdicha
seria perfecto el hastio.

de "Hablar de Poesia" numero 7


Lorena Curruhinca (1981, Viedma, Provincia de Río Negro, Argentina)


Hay quienes comparan nadar
con un regreso a la panza de la madre:
revivir estar en líquido amniótico.

El saco amniótico es un recinto reducido
(se estira, estira la piel todo lo que se pueda)
que amortigua y el feto puede saltar ahí, moverse:
estar protegido de posibles golpes exteriores.

El río es un lugar inmenso, no hay paredes ni barandas
donde sostenerse.

La relación entre mamá y yo no está en el agua:
nunca nadé soñando estar dentro de ella.
Doy brazadas sin ninguna pretensión embrionaria:
hago inmersiones sin buscar ningún sentido a nuestro vínculo
salgo a respirar como todo mamífero que sueña con ser pez
pero sabe que en el aire está su vida.

Mi mamá me enseñó a crecer
sin tener que dejarme el traje de buceo puesto.



De: "Una chica de río", Colectivo Semilla, 2012

Javier Foguet(Tucuman, 1977)


Al oído

Hay, sobre lo real, una costra
que las palabras no logran
disolver.
Ahora lo sé. No hubiera podido
decirlo antes.
Pero las palabras
no deben endurecerse
o fingir una luz
más líquida que la miel
que siempre ha dado cuerpo
a tu voz.
Las palabras toman su cuerpo
de tu cuerpo:
coraje, mi amor,
toma el cuerpo de tus ojos.
Es la ley de la poesía
que quiebra toda ley de lenguaje.


a María Josefina Sánchez