El
día después de los humanos
Hablábamos
pero
no por hablar
de
la lluvia o el suicidio
sino
para hacerlo
un
poco menos difícil
estando
en el aire
todo
eso
mis
codos
en
el mantel de hule
pintado
a la mesa
las
tardes de calor,
el
redoble metálico de tus dedos
desafinando
otra canción pasada
de
moda, pegadiza
pegajosa
como
la tarde
dijiste
que el día
después
de los humanos
los
leones se echarían al sol
en
Central Park,
pensé
la libertad
cuesta
años
de
encierro
dijiste
también
que
el verde cubriría el cemento
y
treparían las hojas
los
rascacielos,
pensé
en los árboles
que
vi talar
porque
sus raíces rompen
las
veredas y los desvíos
son
peligrosos
el
día después
de
los humanos
el
sol inicia su descenso
y
las sombras
en
el agua se mueven
del
color de la sangre y tiemblan
hasta
ahogarse
o
aprender a nadar
dijiste
me gusta
fingir
el fin del mundo
para
morir un rato
en
el cuerpo de otra mujer
pensé
el fin del mundo
es
todos los días
para
el león
que
ve caer al sol
en
su jaula, para la hoja
que
se desprende
del
árbol y también
para
el amante y lo que arranca
de
sus ojos la lluvia
el
día después
del
amor.
Partir
A
Midori, para su viaje
Anoche
agonizabas, yo escribía
tus
alas se rompían en su choque
abandonadas
al ras del suelo
te
escuché
¿cómo
decir el ruido de las teclas
las
palabras
que
se abrían a los golpes
de
mis dedos
como
el masaje cardíaco
sobre
un corazón seco?
te
saqué del nido
temblabas
tus
espasmos eran gritos
que
caían, ya maduros
de
las copas de los ceibos
te
acaricié, así pequeña
frágil
como espuma
pensando
por qué
no
habías querido partir
para
ser libre
y
me dolió
tu
pata quebrada pegada al cuerpo
el
rostro triste de un niño
que
lleva un yeso en el que nadie
escribió
su nombre
una
mujer de ojos negros
ya
no estaba
dibujada
en tu lomo
te
faltaban partes
como
a mí
transparente
y expuesto pude ver
lo
que tenías dentro
te
hablé
y
en mi arrullo animal
fuiste
cediendo, tus alas quietas
te
dije "ya está, ya podés irte"
dejaste
semillas por toda la casa
te
quedaste así
como
una efigie dorada
un
tótem guerrero
que
se rinde al fin
derrumbado
por el peso
de
la lucha y no supe
si
era triunfo
o
derrota
encontré
esta mañana
tu
máscara funeraria
donde
yo te había dejado
para
que duermas
ahora
te escribo y no sé
cómo
decir el ruido de mis dedos
que
golpean las teclas, de tus alas
que
golpean el cielo.
“Ocho años. Cinco niños reunidos alrededor de una
gran pecera de cristal. En su interior pequeñas piedras de río. Dos dedos de
agua. Excrementos en una esquina. Una rana macho de vientre abultado espera la
nada absoluta. Esparce su celo en los confines de un territorio limitado. Nos
acompaña una mujer adulta. Ella dice: ¿Quién quiere sentir el abrazo de la rana
macho en celo? Los animales se aparean sin palabras. Nos gusta mucho
observarlos. Esta rana no tiene compañera, está sola en su acuario.
Uno a uno pasan los niños a experimentar el abrazo
masturbatorio de la rana. Es una especie de máquina que reacciona al tacto como
se dispara un arma cuando se aprieta el gatillo.
Es mi turno. Sigo las instrucciones al pie de la
letra. Estoy nerviosa. Siento temor, respeto por el imponente anfibio y su
hambre. La mujer sostiene al macho por su lomo. Este abre las patas a una
espera que ignora. Coloco mis dedos índice y medio contra el vientre de la
rana. Los deslizo y presiono suavemente sobre su piel rugosa.
El anfibio cierra sus patas en torno a mis dedos.
Los sujeta con violencia y sacia su apetito a medias sobre el artilugio humano.
Me estrangula. La impresión húmeda permanece en la piel que recuerda. El agua
deslizándose sin conciencia entre la barriga y los dedos. Los espasmos inútiles
del animal. La dolorosa calentura de la rana macho que no encuentra desagote en
una falsa cópula con una niña.
No lo soporto más. Siento una pena inmensa por ese
animal húmedo y desesperado que me abraza sin consuelo. Pido que se detenga.
Entonces ella lo suelta. Él me suelta. Siento el alivio de la presión que cesa.
Siento la pena del animal que es uno en el mundo; nunca más dos, ni tres, ni
cuatro, ni tampoco el futuro de su especie.”
fragmento de una novela aún inédita