martes, 17 de febrero de 2015

Fadhil Al-Azzawi ( Kirkuk,Irak, 1940 )





La vida con las ratas

Acurrucados en la oscuridad,
comimos de una olla apoyada sobre periódicos desparramados sobre el piso.
Las ratas saltaron para quitarnos la comida de nuestros dedos
luego se colocaron frente a sus madrigueras
preparándose para un nuevo ataque.
En las noches frías
se ocultaban entre nuestros muslos y piernas
hasta aquel día en que vimos a una rata gigante en un bosque
arrastrando a una muchacha sollozante de una soga que le envolvía el cuello.

En la mañana, mientras escuchábamos el gorjeo del ruiseñor en el árbol,
cargamos nuestro orín en barriles
y lo volcamos en la zanja frente a la estación de policía.
regresamos con el desayuno que había preparado la esposa de un policía
a la que en nuestros sueños habíamos amado una y mil veces.

Al caer la tarde
nos llamaron de uno en uno por nuestros nombres
y nos colgaron por los hombros de los ventiladores de techo
hasta que las ratas comenzaron a caer
de los pliegues de nuestras ropas
aullando debido a los latigazos.

Luego de algunos años o quizás siglos
vi a aquel a quien dejé abandonado en las oscuridad del foso:
era nuevamente un niño, como siempre vestía pijamas.
Él elevó su cabeza y me observó un rato largo
luego rápidamente siguió su camino.
Creo que me ha olvidado en el innumerable acontecer de la vida.




Fraternidad


En una torre
que trepa el cielo
dentro de una cerrada habitación
de cristal
un esqueleto se sentó muy cerca mío
y colocó su mano sobre mi hombro,
murmurando:
“Tú eres mi hermano,”
luego me entregó una mariposa
que volaba hacia la llama.

Descendiendo en la oscuridad
trastabillando en los escalones
el mundo vino a mí y colocó su corazón
en la palma de mi mano.
Me quemó los dedos
como una brasa
envuelta en cenizas
y salpicada con sangre humana.

Una tregua permanente
entre el hombre y todo lo anterior a él.
Una tregua permanente
entre el viento y el árbol.

Apaga el fuego,
deja que la mariposa regrese a su flor.





En cautiverio



Desde una vieja canción folklórica
dos esclavos cayeron sobre el tejado
de nuestra casa en Bagdad.
Ellos estaban atados espalda a espalda
con una soga,
vestían desgarradas ropas blancas,
y lloraban.

Creo que estaban aguardando un barco tripulado por piratas.
Creo que estaban observando un horizonte de árboles.
Creo que estaban imaginando una isla distante.

Cuando subí al techo y los liberé de sus ataduras
estallaron en llamas en mis manos
transformándose en cenizas.



En la corte de honor



En uno de mis poemas incompletos
un verso desafió a otro
arrojándole un guante al rostro-
invitándolo a un duelo
en la Corte del Honor.

Al final de la pelea,
como muchas veces sucede,
uno de mis versos estaba muerto
el otro sangraba sobre la página.
Como yo no deseaba
verme involucrado en un laberinto de investigaciones criminales
entre preguntas y respuestas,
preferí entonces lavar su sangre de mis manos
y me deshice de todo el poema.



La fiesta



No faltaba nadie
Caín estaba en la cocina afilando su cuchillo
y Noé sentado en la sala de estar
miraba por televisión el informe meteorológico.

Todos llegaron en sus automóviles
y desaparecieron en el largo pasillo
que guiaba hacia el rumor de la fiesta.

Nuestra inmaculada dama bailaba
en el círculo central
exponiendo sus tesoros
a través de las transparencias de su vestido.
Nos sentamos junto a los otros invitados
y apuramos las copas hasta las heces.

Al final de la velada
en el regreso a nuestros hogares,
le entregamos al ciego su perdido bastón
y al asesino su hacha sangrienta.

Fue una fiesta,
como cualquier otra fiesta.



Visión sobre un ómnibus



Mientras viajaba en ómnibus
entre esta vida y el más allá
de un brinco subió el ángel Gabriel-
Tenía un sombrero sobre la cabeza,
ladeado sobre la frente-
Vestía un saco ancho,
se parecía a uno de aquellos fugitivos
en las veredas del zoológico de Bahnhof.*
Subió sin pagar su boleto,
y se sentó en el asiento contiguo al mío.
Al igual que un turista norteamericano
simuló que miraba a través de la ventanilla.
Durante el trayecto me dio un codazo en la cintura
y comenzó a recitar sus nuevos versos santos
a un grabador que sostenía en la mano.
Su voz monótona me provocó nauseas
y me incorporé tratando de huir,
pero me atrapó y me lanzó hacia mi asiento,
luego presionó el cañón de su arma en mi pecho
y me dijo amenazante:
“La próxima vez, Oh profeta, apretaré el gatillo.
Ahora recita. Recita en el nombre de tu Dios que te creó.”

* Estación de ferrocarril en Berlín





Desfile silencioso



Coloco mis manos en mis bolsillos raídos,
y camino por la calle,
y allí los veo, ojos detrás de las vidrieras
de los comercios y cafés,
que me miran sospechosamente,
luego salen velozmente a la calle y me siguen.


Deliberadamente me detuve a encender un cigarrillo
y me di vuelta, como alguien que le da la espalda al viento,
para poder capturar una imagen de ese desfile silencioso:
ladrones, reyes, asesinos, profetas, poetas
aparecían desde todos los rumbos
para caminar a mis espaldas
aguardando que les hiciera una señal.

Sacudí mi cabeza asombrado
y continué caminando mientras silbaba
la tonada de una canción popular,
pretendiendo que era un actor en una película
y que lo único que tenía que hacer era caminar para siempre
hasta el amargo final.




Despedida



En soledad camina hacia el cadalso.
Las manos a la espalda, esposadas, siete fusiles apuntándole.
Él pensó en quienes podrían llorar silenciosamente sobre su cadáver.
Él soñó acerca del sol luego de su partida, y en los pájaros y en los ríos
y en... y en...
Y observó la palmera datilera penetrada y sacudida por el viento.
Vio una nube: “Quizás llueva después de mi muerte.”
Descubrió un narciso oculto en los pastos detrás de la cerca:
“Un hombre lo recogerá y se lo dará a una muchacha feliz
que al abandonar el parque lo dejará olvidado sobre un banco.”
Él estiró su mirada hacia el rompiente amanecer. Estaba solo.
Cuando ascendió los peldaños de madera
una paloma que dormía sobre el cadalso
se sobresaltó y desapareció batiendo sus alas.






Atravesando el valle desolado




Este valle desolado esta poblado de ladrones
sin embargo lo atravieso solo.
No le temo a nadie
pues no llevo ni oro ni plata en mi montura.

Este valle desolado se extiende frente a mis ojos
moteado con piedras que bajo el sol brillan como espejos.
Arrastro detrás mío a mis mulas
y en soledad canto alegremente.

En este valle la lluvia cae a cántaros.
No existen cuevas para darme abrigo
y no poseo una carpa.
Si se produce una inundación y la represa estalla
¿ Quién será el que me rescate en su bote bamboleante ?
No obstante, continúo mi camino sosteniendo en mi puño
la brasa ardiente de mi corazón.
Ofrezco las llamas de mi fuego a la madera del mundo.
Me siento a la mesa con fantasmas quienes cenan conmigo.

Atravieso este valle en soledad
y dejo que el viento sople a mis espaldas.





La chimenea



Una chimenea sopla humo al viento,
en ocasiones sopla sueños,
en ocasiones tristeza,
también sopla los restos de unos hombres en una habitación
que narran historias del pasado.

La chimenea sopla el silencio de una mujer
mientras ella descansa en los brazos de un hombre
/que recuerda una ciudad aterrorizada
doblegada en el desierto
la que sopla sus propios recuerdos hacia la distancia.

Una chimenea nos sopla día a día
en la noche de otro cielo
hacia la lejanía, hacia el viento.



Traducciones de Esteban Moore

Manal Al Shaik (Irak, 1971)



Guerra


Hombres planean guerras
Y mujeres sobreviven en los escombros
Un día no habrá hombres
Y una mujer perseguirá a otra
En busca del olor del último hombre
Quien posó sus labios sobre su cuello.


Vacio


Te dije mi amor
No soy una política y no lo he sido…
Es el vacío que dejaste en mi corazón cuando te fuiste…
Un vacío que llené con la noticia de la sangre que fluye
en los ojos de Dios …


Vino


Apriétame suavemente…
Viérteme a sorbos…
No te apresures bogándome…
Sé paciente…. Espera
Para recibir lo mejor de mi espíritu…
Un licor que lleva a la mitad del mundo a confundirse…


El sol del norte

No conoces el Sol del Norte…
Ni a ti mismo…
Frío, a razón del encuentro
Calcinando, a razón de la partida…


Cultivos

Hoy mi cesta está sin llenar…
No recolecté fruta…
Mi tinaja se secó… No la he llenado del arroyo…
Yo estaba ocupada, arrancando la maleza de mi memoria…



Errata

Dado que estás siempre en mi mente…
Asumí que sabes lo que estoy pensando…


De Guerra y Amor (From War & Love)

Traducción de León Blanco,
Con la colaboración de G. Leogena

viernes, 13 de febrero de 2015

Salah Al Hamdani (1951, Bagdad, Irak)


Poemas antes del regreso

4
En el curso de nuestra travesía
donde dibujamos tantos ríos
y campos gimientes
nuestros cuerpos están abiertos
reteniendo el deseo del pasado

En mi cuarto acogí en plena brazada la tempestad
y he sido aquél que lloraba su vida
en el hueco del espejo.

5
Vuelvo a descender al interior de mí mismo. Abro la
ventana y cierro el cielo sin nubes, de pie, el rostro
en el vacío. Ahora voy a poder reflexionar antes
de ver de nuevo a mis semejantes. Antes de este descenso
en mí mismo, la única cosa que recibí de los otros,
es esta posibilidad de estallar el pasado como un balón, de
dejar correr el contenido sobre mi cuerpo como un
aguacero hasta el ahogo del pensamiento.

Pronto será el verano allá. No hay casi más nubes
sobre los tejados de la ciudad, más aire fresco en las miradas
y las palmeras están abandonadas al espejismo.

6
Al incendio que devora
a la caída de la oscuridad
restos de nuestro amor

Tus ojos y mis heridas se acuerdan
de tu mirada de hembra
en este mundo de hombre
cuando la tarde pone al desnudo la memoria
frente a la soledad de un árbol
ahogando en el viento.

traduccion-del-frances-myriam-montoya

domingo, 8 de febrero de 2015

Arnaldo Calveyra,(Mansilla, Entre Ríos, 1929-París, 2015)



El viaje lo trajimos lo mejor que se pudo. De todas las mariposas de alfalfa que nos siguieron desde Mansilla, la última se rezagó en Desvío Clé. Nos acompañamos ese trecho, ella con el volar y yo con la mirada. Venía con las alas de amarillo adiós, y, de tanto agitarse contra el aire, ya no alegraba una mariposa sino que una fuente ardía. Y corrió todavía con las alas de echar el resto: una mirada también ardiendo paralela al no puedo más en el costado de tren que siguió.

La gallina que me diste la compartí con Rosa, ella me dio budín.

El tren es casi lo mismo que andar en mancarrón.

Los que tocaban guitarra cuando me despedías vinieron alegres hasta Buenos Aires. Casi al mediodía entró el guarda con paso de “aquí van a suceder cosas”, y hubo que ocultar a cuanta cotorra o pollo inocente de Dios se estaba alimentando.

En el ferry fue tan lindo mirar el agua.

¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara.



Cartas para que la alegría, 1959.

Tudor Arghezi ( Bucarest, 1880 ,1967 )


La ceniza de nuestros sueños…


La ceniza de nuestros sueños
se derrama a montones en nosotros,
como caen en los cántaros
los pétalos azules,
atacados por un insecto
oculto entre las hojas.

Se agita el viento y gime.
La tierra se funde con el cielo,
las ciudades son maraña y laberinto,
hondos laúdes de blasfemia,
y el aire es frío como el hierro.

La tierra es un molino hueco
con larvas mendigando un aposento,
moviéndose en el polvo que se muere
que se pierde en confusiones y desastres…
La tierra de los sueños que no fueron…



Traducción de Pablo Neruda
De: “44 poetas rumanos traducidos por Pablo Neruda”

sábado, 7 de febrero de 2015

Shlomi Hatuka


Carta a un joven de la periferia


No te enlistes:
ésa es la revuelta.

No te servirá de nada,
todas las promesas son para los blancos
todos los descuentos son para sus hijos
y aún así lo que puedas lograr
vale menos que las lágrimas
de tu madre
o de su madre.

Para qué necesitas
que tus manos se acostumbren al metal
o que tus ojos apunten a tu amigo
a través de la mirilla.
Para qué escuchar
los ladridos del sargento.
Mejor oír
los requiebros de amor
de una muchacha.

Ve con el oficial
y cuéntale
tus sueños.
Creerá que estás loco.
Ve con el médico,
pregúntale
por qué te declaran sano
antes de enviarte a morir.

Toma esos tres años
y dedícalos a tu corazón,
esa parcela
de buen fuego,
el sitio
donde se confunden las fronteras.

O por lo menos
aprovéchalos en tu mente,
usa esos tres años
para pensar
investigar
saber
pues si te piden matar y combatir
deberás descubrir antes
quién es, exactamente,
tu enemigo.


Traducción: Gerardo Lewin



Open Letter to a Small Town Boy



Don’t enlist
This is rebellion


In any case
you won’t gain a thing
All of the promises
are reserved for whites
and all of the concessions
are promised to their children
and anyhow no right
is worth your mother’s tears,
or his

What’s the use
of your hands adjusting to the feel of metal
and your eyes seeing friends
through the gun sight
and why should you hear
commanders barking
you’re better off with
professions of love
from a girl


Go to the army shrink
tell him
about your dreams-
he’ll think that you’re mad
Go to the doctor
ask him
why they make sure that you are healthy
just before sending
you to die


Take these three years
give them to your heart:
a good
firing zone
it’s the place
that blurs the boundaries


Or at least
give them to your mind
take three years to think
study
acquire knowledge
for even if you do wish to fight and kill
surely you must first discover
who exactly
your enemy is.

Translated from the Hebrew by Maya Klein


מכתב לנער מהפריפריה

אל תתגייס

זה המרד



גם ככה

לא תשיג דבר

כל ההבטחות

שמורות ללבנים

וכל ההנחות

מובטחות לילדיהם

וגם ככה הזכויות

שקולות פחות מן הדמעות

של אמך

או של אמו



מה אתה צריך

שידיך יתרגלו אל המתכת

ועיניך להביט אל ידידים

דרך הכוונת

ולמה לך לשמוע

נביחות של מפקדים

עדיף לך

הצהרות אהבה

של נערה



גש אל הקב״ן

ספר לו

:על חלומותיך

;הוא יחשוב אותך למטורף

לך אל הרופא

שאל אותו

מדוע מוודאים שאתה בריא

רק לפני

ששולחים אותך למות



קח את שלוש השנים הללו

הענק אותן ללב

שטח

אש טובה

זה המקום

המטשטש את הגבולות



או לפחות

הענק אותן לשכל

קח את שלוש השנים לחשוב

לחקור

,לדעת

שהרי גם אם תבקש להילחם ולהרוג

הרי קודם עליך לגלות

מיהו בדיוק

.האויב שלך

§