Poemas de Jorge Santkovsky
Poemas de "Revelaciones" , editado por la Editorial Huesos de Jibia (2010)
Silencio
Ocurre,
que el silencio se detiene;
como la ola a lo alto
en el instante previo a la rompiente.
Ocurre,
que imprevistamente
el paisaje se detiene.
El silencio acompaña
respetuosamente.
Los pocos espectadores
ni siquiera llegan a ponerse de pie.
Silencio y paisaje se retiran.
El público queda esperando
la próxima vez.
Abismo
Ambas
gota y río,
son fronteras
linderas al abismo.
Denuncia de unos ojos
que ven sólo el fragmento.
Aquello que es todo en sí.
Aquello que es nada
Objetos
Hay dos modos de abrazar los objetos:
Un modo seco,
lejano y ausente;
otro húmedo,
calmo y penetrante.
Si el abrazo es adecuado
decaen los múltiples futuros,
comienza un calor nunca olvidado.
Si el objeto es nuestro cuerpo
es de similar comportamiento,
se evapora la distancia
y lo que es alejado deja de serlo.
Todo gira
en una danza
interminable y serena.
Éxtasis
Con un escalofrío suave
la piel se estrella,
suaves nubes la acarician.
No es el cuerpo quien se aquieta
son los ojos que ya no quieren rutina.
Devorar
La ciudad respira.
Observo con detalle
uno a uno
cada rostro.
No serán devorados,
esta vez,
vertiginosamente.
Rastrearé
huecos y claves,
horas y días.
La ciudad es una suma de rostros
no necesita de vientos ni de tempestades.
Sólo suspiros,
una mirada atenta.
Una melodía.
Inoportuno
A mi alrededor
todos actúan del modo esperado.
La vida
ocurre ahora.
Por largas temporadas
vivir resultó inoportuno.
Fueron tiempos fatuos
esclavos sin amo
instantes ausentes.
La vida me ocurre ahora.
Camino lento y pausado,
sopesando milagros.
Secreto
Los he engañado a todos.
He mantenido un secreto que me fortalece.
Estas palabras
son sólo mías.
Los que me ven caminar
no imaginan que vuelo.
Si me ven llorar
no sospechan que río.
Seguiré engañando,
año tras año
hasta que el propio peso de las palabras
doblegue mi cuello,
y haga inútil
todo engaño.
Radar
Por fuera
es el mismo día.
O la misma noche.
Sin causa aparente
retardo mi radar.
Indagando en rostros y balcones,
disfrutando como todo
se articula merecidamente.
Me propongo
atrapar este paréntesis.
Revivir lo intenso
en mi cerebro.
Hacer la necesaria pausa
y reír como sólo ríen los cuerdos.
Invisible
Todo parece en su adecuado lugar.
Los colores no se borronean.
Es el cielo de la cabeza
el más agraciado.
Una enorme actividad
invisible
un cosquilleo tenue.
En la máscara,
una completa sonrisa
casi una locura.
Una intensa presión,
incontenible
denuncia el fin y el principio.
Es el fin del espanto
es por fin, un principio.
Desnudo
Despojado de mí,
desnudo
recorro aquella opción
de la que siempre desistí.
Lugares comunes
voces familiares
y la obviedad de los gestos
me confunden.
Rápidamente desespero.
Despojado de mí,
empobrecido
recorro aquella opción
de la que por algo desistí.
Otro pasado es posible.
El pasado es hoy
sólo perspectiva.
Rostro
Durante años
el espejo ha robado mi rostro.
No lo culpo,
sin duda
yo soy responsable.
Quizás la economía del universo
necesite esos rostros cansados,
sin destino.
Quizás eche de menos al mío.
A menudo
esquivaba el espejo.
No esperaba la dicha del reencuentro.
Cerraba mis ojos robados,
me ausentaba
Sorpresa
Hoy no ha sido un buen día.
Para mi sorpresa
ha muerto el dolor
pero ha nacido la tristeza.
Extraño ya,
el impulso de lo cotidiano.
Oprime más
la brisa que vuelve siesta el día,
ya que no encuentra resistencia.
¿Qué puede oponerse a la tristeza?
Cesa
A veces el dolor cesa.
Las poderosas razones que nos golpean
nos dejan en paz.
Es el momento más difícil
tenemos que parar.
A veces,
si el dolor cesa,
otro dolor quiere hablar.
Conviene conversar con él.
De otro modo
nos perdernos los detalles.
Sencillo
No hay odio en el instante,
tus oídos no perciben el pasado.
Tus ojos no ven las imágenes
que tanto te atormentan.
Todo es más sencillo,
el aire fresco lo prueba.
Azar
A veces la vida se preserva.
El azar brilla en cada esquina
sólo una mirada muy clara
quizás
descubra las claves.
Es necesario haber sentido
la falta de piso
y no decaer.
Una flor se marchita, claro,
un pétalo vuela
nadie se atreve con él.
Entre todas las vidas
hay muchas que parecen nimias.
Pero hay una elegida
es esta.
Cuadras
Ya es más allá
del futuro de mis sueños.
He caminado
por el largo balcón,
donde la suerte
muda en promesas.
Perdí el miedo al espanto
y los malos presagios
no se cumplieron.
Esas cuadras ajenas
las recorrí dos veces.
Una como sonámbulo,
otra como dueño
de mi propio andar
y de mis sueños.
Ajena
A veces vivís una vida ajena,
un minuto quizás
o diez años, qué más da.
Sentís un escozor, un relámpago,
pero te sumergís igual.
Lentamente vas perdiendo peso,
de un modo tenue
te vas entregando
te vas pareciendo.
Hace falta un duro golpe,
la cercanía del abismo.
Cuando ya somos una fruta marchita
se nos da una oportunidad.
Hace mucho frío,
es la última oportunidad.
Recurrente
No puedo ignorarlo.
Mi cuerpo es mi alarma,
seria inútil e ingenuo
desobedecerlo.
A mi alrededor
se entretejen inviernos,
tropiezo
en oscuras perezas.
Me siento acotado
el torbellino me asfixia.
Es recurrente
sé que debo hacer pie
y oponerme al espanto.
Yo sólo añoro,
renacer en mi verdadero día.
Velo
Ustedes saben
que yo no creo en este mundo.
Fue necesario recorrerlo
palmo a palmo.
Ahora que sé sobre las cosas,
puedo correr
el velo más remoto.
Muerte
Tan intensa la muerte
todo se aquieta religiosamente.
Es temprano para morir
me escucho decir.
Es el agua al cuello
estoy al borde
corro
levanto mis brazos
es la gloria
no solo es por vivir.
Tan cerca la muerte
y me descubro seco.
Tengo sed
y tiempo para sonreír.
Mentira
Ellos me acompañan,
es mentira que estoy solo.
A menudo en calma
otras con furia,
pregunto
y me responden.
Ellos me acallan,
me elogian,
me ignoran.
Si me ves solo,
caminando
de esquina a esquina,
no estoy solo
ellos me acompañan.
Poemas de "Revelaciones acerca otras criaturas" editado por la editorial Huesos de Jibia (2011)
Espectáculo
No sé como nos arreglamos
para dotar a nuestros otros
de tantas virtudes
de tantos detalles.
De ser tan proclives
a caer en nuestras garras
y hacernos dichosos.
No es bueno
que nuestros otros cambien demasiado .
Sólo lo necesario
para que el espectáculo continúe
Máscaras
Son sólo máscaras.
Donde una ríe
surge otra que condena.
De golpe
las máscaras se alternan:
la que ríe, ignora
la que condena, adora.
No las atraparás,
son sólo máscaras.
Déjalas ir,
no valen la pena.
Ojos
En la vigilia
mis ojos de nube
esquivan
a mis ojos de tormento.
En la noche
mis ojos de miedo
someten
a mis ojos de niebla.
Con ojos latentes
recorro el sendero
capturando lo sagrado
en mis ojos de fuego.
Cada tanto,
mis ojos soberbios
se rinden al espanto.
Los desespera
ser ojos que agonizan.
Añoranza
Estuvimos juntos,
no me has visto.
Lo que sentís
es añoranza
de lo que no fue.
Fantasmas
Vos y yo sabíamos
o al menos deberíamos haberlo sabido
que aquel día
intercambiamos fantasmas.
Yo cumplí el sueño del territorio
y vos concretaste el objetivo del olvido.
Noche
Una noche
en una sala pulcra y ajena,
en tu única verdadera noche,
lograste el ansiado descanso.
Al fin te perdonaste.
Y sin que yo lo advirtiera
me dejaste perdonarte.
Gatos
No me sorprende
la invisibilidad de los gatos,
la sospechaba desde niño.
Los comprendo.
Conocemos lo peligroso
del hombre con miedo.
Ahora
que se que no se esconden
aprenderé de su ausencia,
ser invisible
puede serme útil
en un mundo
donde todo está a la vista.
Luna
Femenina
disfruta de los halagos.
No es fácil amarse bajo el sol
Pero es sencillo jurarse amor eterno
bajo una luna radiante.
A menudo, los temerarios,
los descuidados o faltos de suerte
sucumben a la marea embravecida.
La luna disconforme
desaparece,
mengua su presencia
y la marea desespera.
Se ve la rabia en las olas que no brillan.
¿Qué promete la marea?
¿Qué promete una y otra vez que no cumple?
Crédula,
como todos los que aman demasiado,
la luna vuelve
y todo comienza nuevamente.
Otra explicación banal
sobre la relación de la luna y la marea
me tiene sin cuidado.
Árboles
En este día caluroso
bajo los árboles,
el viento da una tregua
y siento
que todo ocurre hoy.
Ocurre la tierra,
su magnífica presencia,
esconde el sudor del surco
y nos revela inocencia.
Ocurre el agua,
que vuelve todo
al efímero principio
y parece sanar
todo lo que acecha.
Ocurre el cielo,
allá van
nuestros pensamientos
donde todo vuela,
donde todo es cierto.
Y ocurre el fuego,
en grupo
todo lo devora,
y estando solo
tiembla,
sólo tiembla.
Bajo el respiro de los árboles
de nada debo privarme,
como siempre
todo ocurre hoy.
Indiferencia
No temo tu mirada como látigo,
temo tus palabras.
Tus ojos no esconden ni su furia ni su miedo.
No temo tu espada ni tu puño
no temo tu sevillana.
Temo tu suave decir, como al pasar
sin compromiso.
Las palabras sueltas
dibujan espacios enormes, vacíos,
donde el frió no se encoge.
Temo la distancia estando tan cercana.
No temo tus armas
me prepare por siglos para ellas.
Temo la indiferencia.
Inexistencia
Está muy extendida la idea
de que no somos responsables.
Se nos ha intimado a responder
las más simples preguntas
con la esperanza
de reducir las opciones.
Los últimos acontecimientos
han demostrado,
simplemente
la inexistencia de los otros.
Nos guste o no
estamos atrapados.
Las excusas se han desvanecido.
De "Breves" editado por Colectivo Semilla de Bahia Blanca 2013
46
No esperaba
volver a encontrarte
Me da escalofríos
saber que soy yo
quien te convoca.
47
No solo las palabras
pueden llamar a silencio.
También fue esencia,
la bisagra que rige
los vaivenes y la mirada.
48
Si no te renovás conmigo
me congelo.
Y si te congelás conmigo
me renuevo.
49
Necesito ocultarte.
No a vos
sino a las cosas de vos.
50
Tu desconcierto
no me asombra
te sugiero
que no me acompañes.
Es difícil volver
y es difícil quedarse
51
Aunque no te toque
necesito verle
que estés
disimula la frecuencia
del olvido.
52
Algo raro pasa
para que estemos unidos
necesito dividirme.
53
Te escucho,
una palabra aquí
otra allá,
vas completando el espacio.
Confío
confío
en la gracia del silencio.
54
Duele tanto la duda
que preferís seguir el juego
aparentar confianza
y evitar la pregunta.
55
Con vos
bajo el sol
que tanto ansiabas
descubrí
lo necesario
que es
no necesitarnos.
56
Busco tu rostro
reviso cada hora
y a cada pasajero.
No espero verte
solo no añorarte
57
No me asustan
tus insultos
sé que deseás
lo que conservo
pese a los años de espanto.
Y eso, no se perdona.
58
De todo
lo que decís
un día no habrá nada,
me inquieta lo que esconden
las semillas de tus palabras.
59
Son pequeños gestos,
casi nada
sólo que no me engañas.
Le tenés miedo
al mundo sumergido,
que nunca acabará
porque nunca ha comenzado.
61
Lo que ves
no es lo que soy.
Para verme
debés dejar caer,
toda opinión.
61
No huyas con tus pies
huyen tus palabras
tus labios
tus ojos.
Tus pies están junto a mí.
62
Pensá tranquilo
tus ideas más mezquinas.
El viento todo lo vuela.
63
No dudes en caminar conmigo
mis pasos son lentos
y es cierto
que estoy sumergido
pero tengo sorpresas para vos
64
Prefiero mirarte
cara a cara
sin develar mi existencia
En días de desamparo
las palabras
parecen mascaradas.
65
Te escucho
pero estás ausente.
Quizás sólo seas
cronista de mis sueños.
66
Si de verdad lo intentas
seré tu carnada.
Si las cenizas vencen
voy a seguir esperando.
67
No necesito tu cuerpo
sólo quiero tu cerebro
indispensable
para cada mañana.
68
Si no te soltás
y perdés el control
aunque te escuche
no puedo creerte.
69
No tengas miedo
sos como debés ser.
Sólo te falta
ese hambre
aquel que condimenta
todas las hazañas.
70
Tu cuerpo
y mi cuerpo
no se conocen.
Es como volver
al mismo río
antes del amanecer.
71
Mientras
robás mi tiempo
yo alimento
mi espacio íntimo.
ese lugar sereno
que está vedado a los infieles.
72
Quiero
que me sueltes
que dejes de hablarme
salir del dominio de tu garganta.
Preveo el final
te dejo decir
fingiendo escucharte.
90.
Una ventana siempre abierta
sin cortinas ni persianas
que nos conecte y nos aleje.
Un ancla ante la dispersión.
91.
Entre las ramas de la magnolia
veo la luna
no sé si se esconde
o solo está en su jaula.
92.
Una piedra
arrojada
al vacío interior,
un grito
recorre las cavernas
en las que fuimos
alguna vez.
De "El sonido de la atención" editado por Huesos de Jibia (2013)
Me incorporo
descubro que es el día esperado
me detengo.
Puedo sentir
cómo se dispara la atención
hacia otros menesteres.
Una idea lleva a la otra
sin freno ni medida.
Pero hoy
nada tiene prisa.
Todo se aligera lo suficiente
para dejarlo de lado.
Por un breve tiempo
se disipan las cadenas,
vuelvo a la caverna
de la que nunca he salido.
El aliento se congela
y no es de frío.
No necesito más,
el tiempo que me rodea
se ha tomado un descanso.
Es una noche
de calor agobiante
y me despierto
con un frío en el estómago.
Quiero controlar
con mis pensamientos
los actos de los otros.
Sé que estoy perdido.
Ya es de madrugada,
espero que sea la hora
donde la acción
suplanta a las conjeturas.
Desde mi balcón
escucho el zumbido de motores
en su andar temerario,
botellas que se estrellan con furia,
gritos y graznidos
a una distancia que no distingo.
La madrugada es así:
pocos vecinos a la vista,
ciertos dolores,
pensamientos recurrentes.
Voy flotando
sobre el pulmón de mi ciudad
sin descuidar mis tareas
que realizo con esmero.
Este intervalo es sólo mío,
y pese al bullicio apresurado
todo asoma adormecido.
Sé que voy a ras del suelo,
ni siquiera en esta gracia
intento el autoengaño,
pero comienzo a sospechar
que los instantes tienen diferente
peso, aunque todos
se hunden en el tiempo.
Nadie sabe el porqué
pero sonrío.
De estos instantes
me alimento
no sólo del pan de cada día.
Sólo ocurre
si hay cierta armonía
y ningún apremio reclama nuestra atención.
Entonces
el cansancio de lo cotidiano
se toma su revancha
y nuestro cuerpo
busca otro accionar.
Hay días como hoy
en que lo mejor es la lluvia,
y acompañado de ese sonido peculiar
quiero olvidarme de quién soy,
de qué pretendo ser
o de lo que hubiera sido.
Hay tardes como ésta
en que sólo deseamos
que la vida se detenga.
Me atrevo a dejar de lado
el miedo a perderlo todo,
para aliviar la carga
y borrar las heridas.
En soledad,
siempre y cuando
nada me amenace,
estoy dispuesto
a comenzar de nuevo.
Pero ante el peligro inminente
la memoria me traiciona,
resucita la codicia
y en cada recaída empuña la bandera.
Así es como
la pena entró en mi morada,
un inquilino que llegó para quedarse.
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