No
comí del árbol del conocimiento
No comí el fruto del árbol del conocimiento.
Pensé que el secreto estaba en lo podrido,
en las hojas que se arrojaron a tierra
desde una altura de diez pisos.
Pude ver las flores que caían,
ejecutando una solitaria muerte en el jardín,
y cómo regresaban, con la fuerza de lo oscuro,
a las raíces.
No me arrepiento.
El saber me hubiese vuelto
pesada y dubitativa.
Para mí, el fruto más maravilloso
fue tu rojo corazón.
Traductor Gerardo Lewin