Querido René,
“Más envejezco y más encuentro que sólo podemos vivir
con los seres que nos liberan, que nos aman con un afecto tan ligero de llevar
como fuerte de comprobar. La vida hoy es demasiado dura, demasiado amarga,
demasiado debilitante para que padezcamos aún nuevas servidumbres, venidas de
quienes amamos. A fin de cuentas, moriríamos de pena, literalmente. Y es
necesario que vivamos, que encontremos las palabras, el vínculo, la reflexión
que funde una alegría, la alegría. Pues así soy su amigo, me gusta su
felicidad, su libertad, su aventura, en una palabra, y quisiera ser para usted
esa compañía de la que estar seguro, siempre.”