Mano tendida
¿Quién te exilió de mí, o me
exilié yo mismo
como de mi tierra?
Fue un día lobo, un día tigre fue
de oscuras madrigueras,
o acaso un día halcón,
ave de presa y no de cetrería
que te diera el alcance y te trajera
a mi mano tendida.
Se borraron las líneas de esa mano
esperándote.
Hoy vuelves a grabarlas
con un poco de sangre.
Copla
Dolor de no ver juntos
lo que ves en tus sueños
Ya hablaremos de nuestra juventud
Ya hablaremos de nuestra juventud,
ya hablaremos después, muertos o vivos
con tanto tiempo encima,
con años fantasmales que no fueron los nuestros
y días que vinieron del mar y regresaron
a su profunda permanencia.
Ya hablaremos de nuestra juventud
casi olvidándola,
confundiendo las noches y sus nombres,
lo que nos fue quitado, la presencia
de una turbia batalla con los sueños.
Hablaremos sentados en los parques
como veinte años antes, como treinta años antes,
indignados del mundo,
sin recordar palabra, quiénes fuimos,
dónde creció el amor,
en qué vagas ciudades habitamos.
Paraísos
El niño que construye
en el mundo visible
su pequeño paraíso
velozmente
se adelanta a los días
e instala en su memoria
el paraíso perdido
Leve canción
Mientras espero tu llegada
las aves sobrevuelan el jardín silencioso:
ellas también te esperan,
con sus alas dibujan tu figura
y te veo venir por un claro del bosque
junto al agua real
encantada por pájaros más veloces que el sueño.
Nostradamus
El futuro no es lo que vendrá
(de eso sabemos más de lo que él mismo cree)
el futuro es la ausencia
que seremos tú y yo
la ausencia que ya somos
este vacío
que ahora mismo se empecina en nosotros.
Adagio
¿Cómo llegué hasta aquí?
Veo muertos
que alimentan la lluvia:
es su trabajo.
Solo yo ignoro el mío en este valle
de arenas corrosivas
que el agua lleva y trae
lentamente,
y destruyen la casa
en donde sigo inmóvil
escuchando
el rumor de allá afuera:
no me deja dormir,
tampoco recordar
o saber
cómo llegué hasta aquí,
cómo puedo salir.
Dibujo tomado del blog https://diazmartinez.wordpress.com/2012/08/18/pedro-lastra-poemas/
I Misterio tras misterio nos rodean, así el viento y la nube, el subir silencioso de la savia por las ramas del árbol, el oficio secreto de los cuerpos vivientes o el cantar dialogante de los pájaros, y sus apariciones y desapariciones. II Y esto pudimos aprender de una vez: la memoria ni odia ni ama. En su ir y venir todo lo ve, los placeres fugaces y los días crueles, las tierras arrasadas. III Nadie quiera soñar con la muerte, porque en ella no habrá ni una imagen del sueño de los días. |