El grillo
Un grillo manso que te quiere, amiga,
Y que en quererte vanamente insiste,
Cada vez que el silencio rehace
Te silabea su reclamo triste.
Abre los ojos. No te duermas. Ponte
Bien cerca, amiga, de mi pecho añoso;
Y así, callados, escuchemos juntos
La campanita del cri-cri amoroso
Entre las gentes del camino, siempre
Un hombre humilde me propongo ser,
Como el grillito que te quiere tanto
Y que te canta sin dejarse ver.
Agua y
viento
Llegó un
viento fuerte que cerró las puertas
al
anochecer.
Las calles
del pueblo quedaron desiertas.
Tronó
largamente. Y empezó a llover.
Me acosté
vestido, la llamé a mi lado,
y a mi lado
pronto la oí respirar.
La lluvia
-le dije- llora en el tejado.
Y ella dijo:
Llora porque quiere entrar.
El viento
del norte la casa rondaba
con la nota
varia de su cascabel.
Y todo
mojado la puerta arañaba
como un
perro fiel.
El viento
-le dije- sacude el aromo
y te pide a
silbos hospitalidad.
-Es como un
palomo
llamando en
la jaula de la soledad.
Pobre del
grillito que murió en la cueva
sin poder
salir;
pobre de la
débil arañita nueva
que tuvo que
huir.
Si tú fueras
lluvia -dije apenas- nunca,
por amor al
grillo, quisieras caer;
y si fueras
viento, ni una rama trunca
ni una tela
rota se habrían de ver.
Como estaban
puestos todos los cerrojos,
ella había
dicho: Sueño, no entrarás.
Pero entró
lo mismo; nos vendó los ojos,
y no
hablamos más.
De Versos a la amiga