-En el fondo es verdad. El oro existe... hay que
encontrarlo, nada más. Usted debía alegrarse de que todo se esté organizando
para ir a buscarlo. ¿O cree que esos animales se moverán si no fueran empujados
por las mentiras extraordinarias? ¡Ah! cuánto he pensado. En eso estriba lo
grande de la teoría del Astrólogo: los hombres se sacuden sólo con mentiras. El
le da a lo falso la consistencia de lo cierto; gentes que no hubieran caminando
jamás para alcanzar nada, tipos deshechos por todas las desilusiones, resucitan
en la virtud de sus men-tiras. ¿Quiere usted, acaso, algo más grande? Fíjese
que en la realidad ocurre lo mismo y nadie lo condena. Sí, todas las cosas son
apariencias... dése cuenta... no hay hombre que no admita las pequeñas y
estúpidas mentiras que rigen el funcionamiento de nuestra
sociedad.
¿Cuál es el pecado del Astrólogo? Substituir una
mentira insignificante por una mentira elocuente, enorme, trascendental. El
Astrólogo, con sus falsedades, no parece un hombre extraordinario, y no lo
es... y lo es; lo es... porque no saca provecho personal de sus mentiras, y no
lo es porque él no hace otra cosa que aplicar un principio viejo puesto en uso
por todos los estafadores y reorganizadores de la humanidad. Si algún día se
escribe la historia de ese hombre, los que la lean y tengan un poco de sangre
fría, se dirán: Era grande, porque para alcanzar de cualquier charlatán. Y lo
que a nosotros nos parece novelesco, e inquietante, no es nada más que la
zozobra de los espíritus débiles y mediocres, que sólo creen en el éxito cuando
los medios para alcanzarlo son complicados, misteriosos, y no simples. Y sin
embargo usted debía saber que los grandes actos son sencillos, como la prueba
del huevo de Colón.
-Eso mismo. Lo que hay es que a nosotros nos falta el
coraje para enormes empresas. Nos imaginamos que la administración de un Estado
es más complicada que la de una modesta casa, y en los sucesos ponemos un
exceso de novelería, de romanticismo idiota.
-¿Pero usted en su conciencia siente, quiero decir, la
realidad le da una impresión a usted de que tendremos éxito?
-Completamente, y créame... seremos cuando menos los
dueños del país... si no del mundo serlo. Lo que proyecta el Astrólogo es la
salvación del alma de los hombres agotados por la mecanización de nuestra
civilización. Ya no hay ideales. No hay símbolos buenos ni malos. El Astrólogo,
vez pasada hablaba de colonias que fundaban en el antiguo mundo los vagos que
no se encontraban bien en su país. Nosotros haremos lo mismo, pero dándole a la
Sociedad un sentido de juego enérgico... juego que seduce hasta el alma de los
tenderos cuando van al cinematógrafo a ver una aventura de cowboys. ¿Qué sabe
usted, hermano, de los líos que pensamos armar?... En último extremo
sembraremos bombas de trinitrotolueno para divertirnos un poco con el espanto
de la canalla. ¿Qué cree usted que eran las viejas patotas y los malevos del
arrabal? Hombres que no habían encontrado cauces donde lanzar su energía. Y
entonces la desfogaban estropeándolo a un cajetilla o a un turco.
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