sábado, 26 de octubre de 2024

La vegetariana (en alfabeto hangul: 채식주의자, Chaesikjuuija) es una novela surcoreana escrita por Han Kang

 



Así empieza

Antes de que mi mujer se hiciera vegetariana, nunca pensé que fuera una persona especial. Para ser franco, ni siquiera me atrajo cuando la vi por primera vez. No era ni muy alta ni muy baja, llevaba una melena ni larga ni corta, tenía la piel seca y amarillenta, sus ojos eran pequeños, los pómulos algo prominentes, y vestía ropas sin color como si tuviera miedo de verse demasiado personal. Calzada con unos zapatos negros muy sencillos, se acercó a la mesa en la que yo estaba sentado con pasos que no eran ni rápidos ni lentos, ni enérgicos ni débiles. Si me casé con ella fue porque, así como no parecía tener ningún atractivo especial, tampoco parecía tener ningún defecto en particular. Su manera de ser, sobria y sin ninguna traza de frescura, ingenio o elegancia, me hacía sentir a mis anchas. No hacía falta que me mostrara culto para atraer su atención ni tenía que andarme con prisas para llegar a tiempo a nuestras citas. Tampoco había razón para que me sintiera menos cuando me comparaba a solas con los modelos que aparecían en los catálogos de moda masculina. Ni mi barriga, que había comenzado a abultar a partir de los veintitantos, ni mis delgados brazos y piernas, que no ganaban músculo a pesar de los esfuerzos que hacía —ni siquiera mi pequeño pene, que era la causa de un secreto complejo de inferioridad—, me preocupaban lo más mínimo cuando estaba con ella. Nunca he pretendido más de lo que creo merecer. Cuando era pequeño me las di de bravucón en las calles poniéndome al frente de una banda de chiquillos que eran menores que yo. Cuando me hice mayor, solicité ingresar en la universidad que me concedía la beca más jugosa y luego me di por satisfecho entrando en una pequeña compañía que, además de apreciar mi escasa capacidad, me entregaba todos los meses un sueldo modesto. Así pues, fue natural que eligiera casarme con ella, que tenía el aspecto de ser la mujer más corriente del mundo. De hecho, jamás he podido sentirme cómodo con las mujeres bonitas, inteligentes, sensuales o provenientes de familias adineradas.

Susana Slednew ( 1958, en Coronel Suárez, provincia de Buenos Aires )

 







En mi casa

no se hablaba del amor perdido
era un secreto
una avalancha de nieve que quedó en Europa
el idioma callado
la hermana lejos
no se hablaba de los fracasos
quedaban ocultos tras lo impecable
esos míos queridos
eran expertos en mutaciones del espíritu
jardineros del vacío
altivos monjes con votos de silencio
en mi casa
no se hablaba de lo fallido
lo perfecto nos masticó
.
.
del libro Poéticas del movimiento, 2022. Ediciones en Danza

viernes, 25 de octubre de 2024

Philip Larkin (Coventry, 1922-Hull 1985)


 

 


 

He aquí el poema

Te joden mucho, papá y mamá.
No es a propósito, pero lo hacen.
Te colman de sus equivocaciones
Y añaden otras, para ti solito.

Pero a ellos los jodieron a su vez
Unos tontos de sombrero anticuado y abrigo,
Que la mitad del tiempo eran demasiado blandos
Y la otra mitad les apretaban el cogote.

Los hombres se van pasando la miseria de mano en mano.
Y ésta se va ahondando como un banco de arena.
Abandónalo todo tan pronto como puedas,
Y no contribuyas con más hijos, por favor.


 Traducción al español de Pura López Colomé


This Be The Verse

 

They fuck you up, your mum and dad.   

    They may not mean to, but they do.   

They fill you with the faults they had

    And add some extra, just for you.

 

But they were fucked up in their turn

    By fools in old-style hats and coats,   

Who half the time were soppy-stern

    And half at one another’s throats.

 

Man hands on misery to man.

    It deepens like a coastal shelf.

Get out as early as you can,

    And don’t have any kids yourself.

 


sábado, 12 de octubre de 2024

Amós Oz ( Jerusalén 1939 , Tel Aviv 2018)





 Mosquito (fragmento)

Dita se acostó con Guigui,

el amigo de Rico.

Se puso nerviosa cuando él se refirió al sexo

usando la palabra fornicación.

Le causó franca repugnancia su pregunta

—una vez terminado el asunto—

acerca de cuánto placer obtuvo

en una escala del cero al cien.

 

No había tema sobre el cual

él no pudiera emitir alguna opinión.

Comenzó a perorar acerca

del orgasmo femenino, afirmando

que es más espiritual que físico.

 

Descubrió luego un suculento mosquito

parado sobre el hombro de ella.

Lo aplastó. Lo limpió

con un crujido del periódico

y se quedó dormido boca arriba.

Los brazos en cruz, a lo ancho,

no dejaban lugar en la cama.

 

También su miembro se encogió,

desvanecido, y un mosquito se posó encima.

 

La venganza sangrienta.

 

 

 

Traducción: Gerardo Lewin

sábado, 5 de octubre de 2024

Jacobo Fijman ( Besarabia, en la actual Rumania, 1898 , 1970 , hospital Borda , Buenos Aires)



Canto del cisne

 

 

 

Demencia:

 

el camino más alto y más desierto.

 

 

 

Oficios de las máscaras absurdas; pero tan humanas.

 

Roncan extravíos;

 

tosen las muecas

 

y descargan los golpes

 

afónicas lamentaciones.

 

 

 

Semblantes inflamados;

 

dilatación vidriosa de los ojos

 

en el camino más alto y más desierto.

 

 

 

Se erizan los cabellos del espanto.

 

 

 

La mucha luz alaba su inocencia.

 

 

 

El patio del hospicio es como un banco

 

a lo largo del muro.

 

 

 

Cuerdas de los silencios más eternos.

 

 

 

Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.

 

 

 

¿A quién llamar?

 

¿A quién llamar desde el camino

 

tan alto y tan desierto?

 

 

 

Se acerca Dios en pinchadas de loquero,

 

y ahorca mi gañote

 

con sus enormes manos sarmentosas;

 

y mi canto se enrosca en el desierto.

 

 

 

¡Piedad!

 

domingo, 8 de septiembre de 2024

Vicente Aleixandre y Merlo (Sevilla 1898 - Madrid 1984)

 


Elegía en la muerte de Miguel Hernández

I

No lo sé. Fue sin música.
Tus grandes ojos azules
abiertos se quedaron bajo el vacío ignorante,
cielo de losa oscura,
masa total que lenta desciende y te aboveda,
cuerpo tú solo, inmenso,
único hoy en la Tierra,
que contigo apretado por los soles escapa.
Tumba estelar que los espacios ruedas
con sólo él, con su cuerpo acabado.
Tierra caliente que con sus solos huesos
vuelas así, desdeñando a los hombres.
¡Huye! ¡Escapa! No hay nadie;
sólo hoy su inmensa pesantez de sentido,
Tierra, a tu giro por los astros amantes.
Sólo esa Luna que en la noche aún insiste
contemplará la montaña de vida.
Loca, amorosa, en tu seno le llevas,
Tierra, oh Piedad, que sin mantos le ofreces.
Oh soledad de los cielos. Las luces
sólo su cuerpo funeral hoy alumbran.


II

No, ni una sola mirada de un hombre
ponga su vidrio sobre el mármol celeste.
No le toquéis. No podríais. El supo,
sólo él supo. Hombre tú, solo tú, padre todo
de dolor. Carne sólo para amor. Vida sólo
por amor. Sí. Que los ríos
apresuren su curso: que el agua
se haga sangre: que la orilla
su verdor acumule: que el empuje
hacia el mar sea hacia ti, cuerpo augusto,
cuerpo noble de luz que te diste crujiendo
con amor, como tierra, como roca, cual grito
de fusión, como rayo repentino que a un pecho
total único del vivir acertase.
Nadie, nadie. Ni un hombre. Esas manos
apretaron día a día su garganta estelar. Sofocaron
ese caño de luz que a los hombres bañaba.
Esa gloria rompiente, generosa que un día
revelara a los hombres su destino; que habló
como flor, como mar, como pluma, cual astro.
Sí, esconded, esconded la cabeza. Ahora hundidla
entre tierra, una tumba para el negro pensamiento cavaos,
y morded entre tierra las manos, las uñas, los dedos
con que todos ahogasteis su fragante vivir.


III

Nadie gemirá nunca bastante.
Tu hermoso corazón nacido para amar
murió, fue muerto, muerto, acabado, cruelmente acuchillado de odio...
¡Ah! ¿Quién dijo que el hombre ama?
¿Quién hizo esperar un día amor sobre la tierra?
¿Quién dijo que las almas esperan el amor y a su sombra florecen?
¿Que su melodioso canto existe para los oídos de los hombres?
Tierra ligera, ¡vuela!
Vuela tú sola y huye.
Huye así de los hombres, despeñados, perdidos,
ciegos restos del odio, catarata de cuerpos
crueles que tú, bella, desdeñando hoy arrojas.
Huye. hermosa, lograda,
por el celeste espacio con tu tesoro a solas.
Su pesantez, al seno de tu vivir sidéreo
da sentido, y sus bellos miembros lúcidos para siempre
inmortales sostienes para la luz sin hombres.

Marina Ivánovna Tsvetáyeva ( Moscú 1892-Yelábuga 1941)

 




Poema del fin


XII

 

¡En las afueras de la ciudad ¡ ¿ Entiendes?

¡Afuera! Al cruzar el terraplén.

La vida en un lugar donde no se puede vivir:

Es el barrio ju-dio…

 

¿No sería cien veces más digno

¿Hacerse el Judío Errante?

Porque para aquel, que no es un bribón,

La vida es el “pogrom”.

 

De los judíos. ¡Vive solo de los conversos!

¡De los Judas de la fe!

¡A las islas de los leprosos!

¡Al infierno! – a cualquier parte – pero no

 

A la vida, ¡sólo a los conversos aguanta!

Sólo a las ovejas ¡Para el verdugo!

El papel del permiso de mi residencia

¡Lo pisoteo!

 

¡Lo hundo a pisotones! ¡Por el escudo de David!

¡La venganza! ¡El amasijo de los cuerpos!

¿No le parece una delicia; que el judío

no quiso seguir viviendo?

 

¡El gueto de los elegidos! Baluarte y foso.

¡No esperes clemencia!

En este mundo cristianísimo

¡Los poetas son judíos!


traduccion Irina Bogdaschevski


El poeta

 

El poeta trae de lejos la palabra.
Al poeta lo lleva lejos la palabra.

Entre sí y no, por baches indirectos
de parábolas, signos, planetas,
hasta lanzándose desde el campanario
agarra un garfio, pues el camino del cometa

es el camino del poeta. Casuales eslabones
ese es su enlace. Mirar las estrellas
de nada sirve! en el calendario
no se pronostican los eclipses del poeta

él es el que desordena los naipes,
falsea el peso y las cuentas,
el preguntón en el pupitre,
el que a Kant para el arrastre deja.

El que en el pétreo foso de la bastilla
es como un árbol que crece en su belleza…
aquél de huellas siempre desaparecidas,
él que es el tren al que cualquiera
llega tarde,
su camino es el de los cometas.

El camino del poeta arde pero no calienta,
arranca pero no cría, estalla y se quiebra.
Tu camino es el de enredadas cabelleras,
no pronosticado en el calendario del poeta
.