domingo, 9 de julio de 2017

Juan Wallparrimachi Mayta (Potosi 1973, 1814 durante el combate del Cerro de Las Carretas.)



 Despedida
  
Cierto es, paloma mía,
Que te has de ir
A un país muy lejano
Para no retornar?
  
¿A quién has de dejar
 En tu nidal
Y en mi tristeza a quién
He de acudir?
  
Enséñame el camino
Que has de tomar.
Partiré antes que tú
Y con mis lágrimas
He de regar la tierra
Que has de pisar.
  
Y cuando sientas
Que en el camino
Te abrasa el sol,
Se volverá nube mi aliento
Y la frescura de su sombra
Te irá a prestar.
  
Y cuando sientas
La mordedura
De la sed,
Se volverá lluvia mi llanto
Y te dará
 De beber.

Criatura hecha de piedra,
Pecho de roca,
¿Tendrás, para dejarme
 Corazón?
  
El sol se apaga
Ya para mí.
Porque se va mi amada
Y camino sin rumbo,
Ya nadie siente por mí un poco
De compasión.
  
Eras muy tierna aún,
Paloma mía,
Cuando al haberte hallado
Volvíme ciego
 Como si hubiese contemplado
De frente al sol.
  
Como estrellas caudales
Me inundaron tus ojos
De su esplandor
Y cual centellas en la noche
Me hicieron mi camino
Torcer.

Me prestaré el poder
De las alas del águila
Para irte a ver
 junto con el viento
A regalarte entre mis brazos
 Acudiré.
  
En fuerte nudo nuestras vidas
Atamos ya,
Para que ni la muerte nos pudiera
Desunir
Y creímos que formaríamos
 Por siempre un solo ser.
  
Yo he de marchar al campo
De batalla.
Los enemigos
Se rendirán
Si ven que su baluarte
Se desmorona.

 Paloma mía, que sabías
 Mi dolor ahuyentar,
 Doquiera me halle, mientras viva
 Serás tú
 La única aurora que ilumine
 Mi corazón.
  
Cuando se encienda el Misti
Acuérdate de mí, pues yo
Siempre estaré pensando en ti.
Por tu amor, hasta dónde
Ya habrá llegado mi viudo
 Corazón.

Traducido y adaptado por Jesús Lara, en: "La Literatura de los Quechuas", Librería y Editorial “Juventud”, Tercera Edición, La Paz, 1980, p. 232.

 Kacharpari
  
 Cheqachu, urpi,
 Ripusaj, ninki,
 Karu llajtaman,
 Mana kutimoj?


 Pitan saqenki
 Qanpa tupunpi
 Sinchi llakiypi
 Asuykunaypaj?
  
 Rinayki ñanta
 Qhawarichiway.
 Ñauparisuspa
 Waqaynillaywan
 Ch'ajchumusqasaj
 Sarunaykita.

 Maypachan ñanpi
 Intin ruphawan
 Ñiwajtiykiri,
 Samayniykuna
 Phuyu tukuspa
 Llanthuykusunki.
 Yakumantari
 Sinchi ch'akiwan
 Ñiwajtiykiri,
 Waqayniykuna
 Para tukuspa
 Ujyachisunki.


 Rumijpa wawan,
 Qaqajpa churin,
 ¿Imanispataj
 Saqeriwanki?
  

 Ñan ñoqapajqa
 Inti tutayan.
 Yanay chinkajtin
 Muspay purejtiy,
 Manañan pipas
 Ayau niwanchu.

 Irpallarajmi
 Urpiy karqanki
 Maypacha ñoqa
 Intiwanjina
 Ñausayarqani
 Qhawaykususpa.

 Ñawiykikuna
 Phallallaj qoyllur
Lliphipirerqa.
Rajra tutapi
Illapajina
Muspachiwarqa.


Ankaj rijranta
Mañarikuspa
Watumusqayki.
Wayrawan khuska
Wayllukunaypaj
Phawamusqayki.
  

 Kausayninchejta
 Khipuykorqanchis.
 Manan wañuypas
 Rak'iwasunchu,
 Ujllaña kasun,
 Ujlla ñerqanchis.

 Wañuyta mask'aj
 Ñoqa risqani
 Auqanchejkuna
 Jamuyanqanku
 Pukarankuna
 Jalatatajtin.

 Munasqay urpi,
 Phutiy ayqechej,
 Maypipas kasaj,
 Qanllan sonqoyta
 Paqarichinki
 Kausanaykama.


 Misti k'ajajtin
Yuyaway, ñoqan
Yayasqasqayki.
 May kamañachus
 Qanrayku chayan
 Ijma sonqoyqa.
  









domingo, 2 de julio de 2017

María Zambrano ( Vélez-Málaga, España, 1904–Madrid, 1991)






El agua ensimismada
                                                    Para Edison Simons

El agua ensimismada
piensa o sueña?
El árbol que se inclina buscando sus raíces,
el horizonte,
ese fuego intocado,
¿se piensan o se sueñan?
El mármol fue ave alguna vez;
el oro, llama;
el cristal, aire o lágrima.
¿Lloran su perdido aliento?
¿Acaso son memoria de sí mismos
y detenidos se contemplan ya para siempre?
Si tú te miras, ¿qué queda?

1950. Roma (antes de abril) .
Albergo d'lnghilterra.
La Pièce, 2 de febrero de 1978



Eau en soi-meme mise i.

eau en soi-meme mise
elle pense ou se reve ? 
Larbre qui se penche en quete de ses racines, 
l'horizon,
ce feu intouché ils se pensen ou se revent ?
La marbre une fois fut oiseau; 
flamme, 1' or;
air ou larme le cristal.
Pleurent-ils le souffle perdu ? 
Peut-etre sont-ils mémoire d' eux-memes 
qui retenus a jamais se contelnplent ? 
Si tu te mires, que reste-t-il ? 

Traduit par Robert Marteau


domingo, 25 de junio de 2017

Borges , Guerero escritos en colaboracion


                    

Durante los últimos veinticinco años de su estudiosa vida, el eminente hombre de ciencia y filósofo Emanuel Swedenborg (1688-1772) fijó su residencia en Londres. Como los ingleses son taciturnos, dio en el hábito cotidiano de conversar con demonios y ángeles. El Señor le permitió visitar las regiones ultraterrenas y departir con sus habitantes. Cristo había dicho que las almas, para entrar en el cielo, deben ser justas; Swedenborg añadió que deben ser inteligentes; Blake estipularía después que fueran artísticas. Los Ángeles de Swedenborg son las almas que han elegido el Cielo. Pueden prescindir de palabras; basta que un Ángel piense en otro para tenerlo junto a Él. Dos personas que se han querido en la tierra forman un solo Ángel. Su mundo está regido por el amor; cada Ángel es un Cielo. Su forma es la de un ser humano perfecto; la del Cielo lo es asimismo. Los Ángeles pueden mirar al norte, al sur, al este o al oeste; siempre verán a Dios cara a cara. Son ante todo teólogos; su deleite mayor es la plegaria y la discusión de problemas espirituales. Las cosas de la tierra son símbolos de las cosas del Cielo. El sol corresponde a la divinidad. En el Cielo no existe tiempo; las apariencias de las cosas cambian según los estados de ánimo. Los trajes de los Ángeles resplandecen según su inteligencia. En el Cielo los ricos siguen siendo más ricos que los pobres, ya que están habituados a la riqueza. En el Cielo, los objetos, los muebles y las ciudades son más concretos y complejos que los de nuestra tierra; los colores, más variados y vívidos. Los Ángeles de origen inglés propenden a la política; los judíos al comercio de alhajas; los alemanes llevan libros que consultan antes de contestar. Como los musulmanes están acostumbrados a la veneración de Mahoma, Dios los ha provisto de un Ángel que simula ser el Profeta. Los pobres de espíritu y los ascetas están excluidos de los goces del Paraíso porque no los comprenderían.

Tomado de "El libro de los seres imaginarios" - JORGE LUIS BORGES 
Con la colaboración de Margarita Guerrero