La diversidad en el judaísmo ofrece un espacio fértil para la reflexión crítica, donde la objetividad se convierte no solo en un ejercicio necesario, sino en un puente hacia el equilibrio entre los extremos. Este proceso nos permite vivir nuestra identidad de manera más coherente y auténtica, alineando nuestras raíces culturales con la realidad contemporánea, sin perder de vista la esencia de lo que somos
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