sábado, 3 de febrero de 2018

Eeva Kilpi (1928 Khiytola, Rusia )






Bueno, si de verdad
quieres una confesión,
Ahí va:
He tenido treinta y seis amantes
son demasiados
Tienes razón,
contesté,
Hubiese bastado con treinta y cinco.
Pero, cariño, el treinta y seis eres tú.
Bienvenido.




Cuando uno ya no tiene fuerzas para escribir, tiene que recordar.
Cuando uno ya no tiene fuerzas para fotografiar,
tiene que ver con los ojos del alma.
Cuando uno ya no tiene fuerzas para leer,
tiene que estar lleno de narraciones.
Cuando uno ya no tiene fuerzas para hablar,
tiene que resonar.
Cuando uno ya no tiene fuerzas para andar, tiene que volar.
Y cuando llegue la hora,
uno tiene que desprenderse de los recuerdos,
de los ojos del alma, dejar de soñar,
callarse y plegar las alas.
Pero pase lo que pase, sigue la narración, sigue.


¿Te dejarías follar por quince euros?
 me dijo
en la parada del autobús a las 0.42
rodeados de calles vacías y congeladas.
Primero negué con la cabeza, pero luego le dije:
Por dinero no, pero si pasas la aspiradora y friegas los platos...
Entonces él, a su vez, se negó
y se dio la vuelta abatido para seguir su camino.






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