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Libros y poemas del autor

domingo, 6 de diciembre de 2015

Anna Ajmátova(Bolshoi Fontán, Ucrania, 1889-Domodedovo, Rusia, 1966)






 No sabemos cómo decirnos adiós

 No sabemos cómo decirnos adiós:

erramos por ahí, hombro con hombro.

Ya el sol está bajando,

vas taciturno, soy tu sombra.

 

Entremos en una iglesia a ver

bautizos, matrimonios, misas de difuntos.

¿Por qué somos diferentes del resto?

Afuera otra vez, cada quien vuelve la cabeza.

 

O sentémonos en el cementerio,

sobre la nieve pisoteada, suspirando el uno por el otro.

Esa vara en tu mano está dibujando mansiones

donde estaremos siempre juntos.

 

1917

 

I 

Tres cosas en el mundo él amaba:
El canto vespertino, los pavos reales blancos
Y de América, los mapas desvaídos.
No amaba el llanto de los niños,
La frambuesa con el té, no amaba
Ni la histeria femenina.
…Y yo fui su mujer.
 
(1911)

II

No estoy con aquellos que abandonaron su tierra
Para que el enemigo la desgarrara.
No atiendo sus burdas lisonjas,
Mis canciones no serán para ellos. 
Pero me da lástima el proscrito,
Como un prisionero o un enfermo.
Oscuro es tu camino, peregrino,
Huele a ajenjo el pan ajeno. 
Y aquí, en el acre olor del fuego,
El resto de juventud perdido,
Nosotros de ningún golpe
Nos hemos protegido. 
Y sabemos que en la apreciación tardía
Cada hora será justificada…
Pero en el mundo no hay gente sin lágrimas
Más altiva que nosotros ni más llana. 
(1922)

III
El último brindis
Bebo por la casa derruida,
Por la soledad, juntos,
Por esta maldita vida mía
Y por ti, bebo, 
Por la mentira de la boca que me traicionó,
Por el frío de muerte en la mirada,
Porque es cruel y torpe el mundo,
Por aquello que Dios no salvara. 
(1934)

Versiones de Inés Aráoz tomadas de Hablar de Poesia Numero 3


La mujer de Lot.



Pero la esposa de Lot, miró hacia atrás
y se convirtió en un pilar de sal.
(Libro del Génesis.)

Y el hombre justo acompañó al luminoso agente de Dios
 por una montaña negra, siguiendo su huella,
 mientras una voz incansable acosaba a la mujer:
—No es demasiado tarde, aun puedes mirar hacia atrás.

Hacia las torres rojas de tu Sodoma nativa,
al patio donde una vez cantaste, al pabellón para hilar,
a las ventanas de la enorme casa
donde la descendencia santificó tu lecho conyugal.

Una sola mirada: súbita punzada de dolor en sus ojos,
antes de poder emitir cualquier sonido.
 Su cuerpo se derritió en sal transparente
 y sus ligeras piernas claváronse en la tierra.

 ¿Quién penará por esta mujer?
¿No le resulta de sobra insignificante a nuestra incumbencia?
 Incluso así, nunca la negaré en mi corazón,
 ella que murió porque eligió volverse.

 Versión  de Kira Galván

Unos van por un sendero recto..

1
Unos van por un sendero recto,
 Otros caminan en círculo,
añoran el regreso a la casa paterna
 y esperan a la amiga de otros tiempos.
 Mi camino, en cambio, no es ni recto, ni curvo,
 Llevo conmigo el infortunio,
voy hacia nunca, hacia ninguna parte,
 Como un tren sobre el abismo.

 2
En las profundidades de la música
 no hallé respuesta alguna:
 sólo la mudez y el sosiego
 junto al fantasma del verano. 

3 Yo voy hacia donde ya nada es cierto. 
Allá donde el más querido compañero es apenas una sobra:
 El viento irrumpe desde el jardín perdido
 y bajo los pies sólo siento el frío del camino.

 
Cuando una persona muere
Cambian también sus retratos.
Sus ojos miran de otra forma, y sus labios
Sonríen con otra sonrisa.
Yo me di cuenta de esto al regresar
Del entierro de un poeta.
Desde entonces, con frecuencia, he comprobado
Que mi conjetura era cierta.

Versiónes  de Jorge Bustamante García. 



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