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Libros y poemas del autor

jueves, 16 de mayo de 2013

Hugo Padeletti ( Alcorta, Santa Fe, 1928)



Limones

Fragmentos

1.
No sé
si el limón me mira
o lo miro.

Cuando poso
la mirada,
sospecho que hay un antes
y un después que se guarda.

Mi mente
lo concierta:
ovoide , mondo…


Y sin embargo,
antes,
era otro.

2.
Cuando el limón reposa
en el plato de loza,
lo modela la luz:


hay una sombra
proyectada
y sombras que revelan su escultura
cerrada,



desde el verde amarillo,
con orillo
de soflama,


hasta un polvo o ceniza que no tapa
lo brillante de abajo
con su capa.

4.
Sólo a la luz del sur
el limón amarillo
muestra sus graderías
de innombrable alegría:

descubro su arco iris
amarillo
que a veces se revela
o se recata.

Va,
desde el verde amarillo al amarillo
naranja,
encubriendo, en el verde, la distancia
del azul, que se evade; en el naranja,
la imponencia del rojo,
que se inhibe.

En la sombra, el violeta
amaga y se retira,
y otra vez se despliega,
cuando vuelvo
del amarillo.

Hay blancos, en el blanco
de la loza,
que resaltan la sombra
del dragón
que desciende y se posa.




6.

Un limón en el plato
es compañía;
dos limones
es diálogo;
tres limones distintos,
armonía
—que no cansa—
de lo uno en lo vario.

12.

No tuve miedo de la oscuridad
porque había en el plato
de peltre tres limones

como tres protectores
dragones en el centro
de la noche.

16.

Las hojas del limón
no se describen:
su lisura,

su brillo
y su verde hermosura
se perciben.


17.

Limonero fragante
de todo el año
nunca falte en el frente
o en el patio.

Pagoda
de los seres alados,
siempre tiene dragones
amarillos
colgados.

Los mirasoles

Parados en la tarde te miramos
con las tensas cabezas inflamadas.
Parados en la tarde te llamamos
y tú te marchas.


Todo el día mirando, todo el día
girando
y tú te marchas.

Cae la noche, caen
nuestras cabezas desplomadas.
Parados en la noche te invocamos,
y tú no pasas.

En la noche siniestra el solitario
jinete galopando se adelanta
y se pierde en la noche, entre las chacras
y tú no pasas.

Parados en la aurora te aguardamos,
te miramos,
y tu te marchas.
¡Tan hermoso y brillante te miramos
entrar por la mañana!

Pero el tiempo es redondo,
todo el tiempo,
y tú te marchas.


Pulmones


Siento la vibración
del aire, la invasora
y envolvente,
que se difunde por mi sangre.

Cómo fluye en mí, ilimitado,
por la unidad que soy, en este instante
fugitivo.

Las bestias están dentro
cada una en el sueño.
Solo ella penetra y nos inunda
de luminosa oscuridad.

Y siento, en esta noche
húmeda y penetrante,
abriéndome y hundiéndome
en la espesura tan hermosa:

Vivir es el laurel
y su sombra negada;

es entrar en la sombra
cuando la sombra se avecina.


EL ARBOL DE LA CULPA

5

¿Nadie sabe qué es
. . . . el helecho,
este milagro que respira?

¿Nadie sabe qué es
. . . . el gorrión,
que salta en el suelo y se va,
. . . . que vuela en el cielo?

¿Nadie sabe qué es este momento
. . . . de aire como miel,
que ya no es este momento?

Nadie sabe qué es
. . . . el corazón que late,
el tiempo que late y combate
. . . . y los grandes espacios
abiertos, que palpitan.
del El andariego


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