No pretendo ofender
ni enojar a nadie con un título tan desafiante. Quien se tome la política de
nuestro país en serio, le pido por favor que abandone esta lectura a la
brevedad. Tantas ilusiones no correspondidas me dan cierto derecho a una
escritura insolente. Fue mucho lo que me he preocupado a lo largo de mi vida
por la suerte de nuestra nación. Escribir es mi droga de rescate, compartirlo
me obliga a poner en orden mis pensamientos. Ignoro todo sobre el periodismo,
pero no puedo evitar meter baza sobre el extraño fenómeno que ocurre ante
nuestros ojos.
Dejando en
claro que carezco de pruebas que respalde lo que deseo postular afirmo que nuestro
novel presidente está más cerca de ser egipcio que judío. Me refiero a los
egipcios ancestrales que fueron, por siglos, el centro de la civilización.
Comencemos
con el hecho de que soy uno de los tantos judíos amateurs que no se sienten
cómodos con el coqueteo del novel mandatario con nuestro linaje. Ese natural
escepticismo, tan propio de nuestro pueblo, seguramente haya condicionado estas
reflexiones.
Todo comenzó
con la lectura del ensayo " Moisés el egipcio” de Sigmund Freud, su último
mensaje publicado, en Londres, en pleno auge del nazismo. En el mismo desarrolla
la hipótesis de que Moisés no era un judío rescatado por una princesa
egipcia como nos dice la narrativa bíblica. Propone un Moisés egipcio
que su familia destierra y es rescatado por una familia judía.
Basado en sus
estudios etnológicos su discípulo Otto Rank enumera las condiciones que deben
cumplir los héroes de las culturas antiguas
a) El futuro héroe es hijo de una
familia noble b) El nacimiento está precedido de dificultades que hacen surgir
incertidumbre y temores acerca de su llegada. c) Un sueño, oráculo, o consejero
del rey, anuncia que el niño causará alguna calamidad, destronará al rey, o
matará a su padre o abuelo. d) El niño es abandonado por sus padres, en una
cesta de juncos que arrojan al río, en una quilla que flota en el mar, o en el
monte, en una cueva, el bosque o en lo alto de una montaña. e) El niño expósito
es recogido y alimentado por un animal (una loba, una cabra, un águila, una
osa), una persona o familia humilde que se encarga de darle protección f) En
muchos casos, ya sea en su infancia o en algún momento de su vida, la persona
establece de alguna u otra forma contacto con una divinidad. Es hijo de un dios
y una mujer o consorte de una diosa. g) Hay muchos ejemplos del nacimiento
virginal del héroe: Perseo, Krishna, Zoroastro, Buda, Isaac, Jesús, de los que
analiza Rank. Horus en Egipto, Huitzilopochtli y Quetzalcóatl en la cultura
mesoamericana. h) Una vez transcurrida su infancia el personaje descubre su
origen noble. i) Cumple inexorablemente la profecía de destronar o matar al
rey, que generalmente es su padre, obtiene el reconocimiento de sus méritos y
de esta forma alcanza
finalmente el rango y los honores que le corresponden. j) El héroe mitológico
está llamado a fundar o gobernar a un pueblo, una nación o establecer una nueva
religión.
La única
excepción seria el propio Moisés que parece haber recorrido el camino inverso.
De madre judía criado por la hermana del Faraón. Esto que nos llega por el
relato bíblico es lo que pone en tela de juicio Freud con su conjetura.
Si fuera
cierto, el antiguo héroe bíblico, Moisés, sería un contraejemplo. Freud desliza
que, a los antiguos sacerdotes, tan inteligentes ellos, les convenía otra
narrativa y no dudaron en modificarla.
Quienes curioseamos
los avatares de la historia sabemos que la narrativa elegida es clave para que
los pueblos sigan a sus líderes, incluso para que sobrevivan unidos como pueblo.
Hay naciones que han desaparecido por no tener una épica común que resista al
tiempo. Así que no hay sorprenderse mucho de un ligero cambio de roles que es
imposible de probar.
Esta especulación me
hizo pensar en nuestro extrovertido presidente. El mismo dice que se siente un
elegido por los dioses para ser el mesías que saque a su pueblo de la
humillación de la esclavitud. No ya de los faraones sino de la casta política y
del estado parasitario.
Lo cierto es
que si Moisés no era judío de nacimiento como conjetura Freud y dedicó su vida a
salvar al pueblo judío es natural la comparación con Javier Milei que tampoco
es judío y se considera un salvador. Es un argentino que se siente distinto del
resto de los políticos de nuestro país. Si lo es o no lo es escapa al objetivo de
este texto.
No es un
dato menor, porque como un diferente lo perciben muchos de mis conciudadanos y
también habitantes de otros países.
Que un presidente
en Argentina confiesa que desea ser judío es una noticia que no hay que tomar a
la ligera. Menos aún que sueñe con ser el primer presidente judío. Si su
experimento sale bien no habrá mucho que decir, pero si sale mal la culpa será
de los judíos en su conjunto. Como si fuera poco una de sus propuestas es
vender rápidamente las empresas públicas para reducir el déficit fiscal. Si
pasan a manos judías, el argumento queda servido. Si no fuera el caso, algún
lazo le van a encontrar para acusarnos.
De ahí a los
protocolos de los sabios de Sion hay un camino muy corto. Que Milei exteriorice
su amor a nuestro pueblo no nos beneficia. Al menos a los judíos de a pie.
Aquellos que no tenemos modo de lucrar con sus políticas.
Sabiamente, ante
cualquier cambio en el poder, una guerra o una revolución era normal preguntarse:
es bueno o malo para los judíos. Nunca la respuesta fue lineal. Lo bueno y lo
malo transitan el mismo sendero.
En tiempos de paz ser
reconocido como judío es casi folclórico, muy poco diferente de lo que
significan otros grupos sociales u otras identidades. Nadie pregunta demasiado
y no son muchos los que están empapados de los avatares de ser judío. Los
humoristas y científicos de la colectividad han hecho mucho bien a nuestra
imagen. No hay demasiados motivos de preocupación.
Sin embargo,
ciertos hechos pueden despertar el antisemitismo latente en la sociedad. Es
bueno recordar que no hace tanto tiempo que la iglesia acepta que los judíos no
mataron a Jesús. Hoy en día el clero hizo las paces con el judaísmo. Pero, ante
ciertos disparadores, los prejuicios florecen rápidamente. Se sueltan
de la boca de la gente, solo hay que detenerse a escuchar. Las teorías conspirativas están a la orden del día.
Las noticias falsas recorren la red con total impunidad y hay quienes las toman
como verdades absolutas sin investigar demasiado.
La realidad
anda suelta a la espera de autores que sean capaces de contarla.
Mi fuente
favorita de información sobre el humor social son mis vecinos que pasean en el parque
Lezama. Me entrego a sus diálogos, a menudo banales, sobre la belleza del
parque o de las dificultades que nos traen nuestros amigos caninos. Las charlas
se disparan para los lugares menos pensados.
Se habla con
la guardia baja porque no compartimos profesión ni tenemos intereses comunes.
En medio de esas bucólicas e inocentes conversaciones se filtra el
pensamiento promedio de la sociedad.
Una de mis vecinas afirmo con
seguridad que Milei era judío. No que quería serlo como afirma públicamente. Ella tenía pruebas, que no ofreció revelarme, de que
su apellido era Mileiman o Mileikosky y lo recorto por razones de prensa y
popularidad. Como tantos judíos que hay en la farándula que usan apellidos abreviados
para que sean más amigables al público. Según ella, que es miembro activa de la
grey católica, todo lo que genero alrededor de esta proclamación de la fe
hebrea es para distraer y llamar la atención. Mi vecina nunca se identificaría
como antisemita ni tampoco como anti sionista. Simplemente esto que escucho le pareció
valedero y la repite como un mantra sin preocuparse demasiado de las
consecuencias de sus palabras.
Conjeturar que era judío que se hacía pasar por gentil
que amara los judíos es de una sofisticación ingeniosa pero perversa. Que
disimulara su origen judío fue la misma acusación que recibió Jorge Luis Borges
de la revista “Crisol”, una publicación identificada con el nazismo en ciernes
(1934). Nuestro mayor escritor simuló tomarlo como un elogio y respondió en un
artículo lamentando no encontrar antepasados judíos que lo justifiquen.
Hay en el
parque otro Javier que vive desde hace años a la intemperie. Su única actividad
fuera de proveerse sombra y comida es la de leer textos filosóficos. Sería un Diógenes
autóctono que no sale del parque bajo ningún motivo. Podemos decir que es un
verdadero libertario que vive al margen del estado al cual tampoco aporta un
solo peso. Sin embargo, cuando llega el momento de votar dice que vale la pena
salir a caminar hasta el centro de votación que le corresponde. Al saber los
resultados de los comicios, por mera y perversa curiosidad, le pregunte si sabía
que gano Milei las elecciones. Me respondió que no había ninguna boleta con Milei
en el cuarto oscuro. Que Milei no podía ser un apellido real. Según él era una construcción para que nos entre sutilmente la idea de que Milei
encarna a la ley divina, de ahí la conjunción: “Mi Ley”. Pretende
decir “No hay otra Ley”.
Un mesías criollo
Hasta aquí todo está
dentro de lo normal. Un poco exótico pero posible. Sea judío de nacimiento o no
serlo es un tema privado. Puede haber descubierto antepasados judíos y
aferrarse a esa condición como le pasa a tanta gente. O volverse el más fanático
como ocurre con todo converso que se precie.
Que se considere
un nuevo mesías merece detenernos a analizar sus implicancias. En el libro “El
loco” se afirma que Javier Milei cree se comunica con Dios y que Dios lo eligió como el
salvador. El mismo públicamente dice que se inspira en la figura del Profeta y
que junto a su hermana recrean a los hermanos bíblicos Moisés y Aarón.
La elección no es
trivial. Como Moisés nuestro presidente viene a decirnos que solo el sacrificio
puede salvarnos de la esclavitud.
Moisés fue
un líder enérgico y vengativo con su pueblo y lo llevo 40 años por el
desierto. Milei nos propone un largo tiempo de ajuste para luego encontrar la libertad.
Ningún político se animó a tanto. Sin embargo, la gente lo apoya mucho más de
lo esperable para sorpresa de los analistas políticos.
Es la primera vez
que un líder gana una elección proponiendo resignación. Todos los manuales de
la política se volvieron obsoletos. Carlos Saúl Menem, en quien Milei se ve reflejado,
afirmaba que si decía lo que iba a hacer no lo votaba nadie. Pero a Milei lo
votaron y ahora apoyan sus medidas de ajuste. El sacrificio gana adeptos. Quizás
porque la cuando se pierde
casi todo, a la gente sólo le queda la esperanza.
Milei se considera un elegido y en esa mirada mística,
inmolarse no es un fracaso.
Como Moisés,
Milei es el líder carismático de un pueblo humillado por una crisis crónica.
Tienta pensar
en sus aspiraciones espirituales y políticas en los términos de un viejo dicho
yiddish: “Si quieres hacer reír a Dios cuéntale tus planes”. El judaísmo de
Milei podría entenderse mejor como una de las más elaboradas bromas del
creador. El tiempo nos dará las respuestas.
Por lo
pronto Milei se comporta como un rey, su poder deviene de lo divino, no del
pueblo que lo voto y lo acepta. No intenta seducirlos con promesas fáciles. Va
a hacer sus peregrinaciones a las tumbas de los sabios y profetas esperando que
esto legitime su vínculo con la divinidad.
La religión
judía le resulta adecuada porque está en la base de la cristiandad, la creencia
popular. Los evangelios tratan exclusivamente sobre la vida de los judíos. Para
el pueblo es un mensaje subliminal: Milei, es un elegido que busca ir de lo
profundo a lo superficial.
Se puede
comprender que Milei se sienta Moisés. La similitud al oído es evidente, Milei y Moisés suenan similar. Tienen 3 letras en común: la e, la i y la m. Si
sacamos la letra S final de Moisés, perfectamente podríamos llamarlo Moise
(¡suena a moishe!), es fácil confundirse. Me pasa todo el tiempo cuando confío
mi teoría a algún amigo que me presta su atención.
Vamos al grano de la hipótesis
de que Milei es más egipcio que hebreo.
A todas luces es visible que Milei tiene una relación
incestuosa con su hermana. No estoy diciendo que sea carnal. Realmente me tiene
sin cuidado. Pero para el vulgo, desconfiado, es un tanto sospechosa. Sin embargo,
si fueran miembros de la clase alta egipcia estaría permitido. Los faraones podían casarse entre hermanos, la
prohibición del incesto era para el pueblo no para ellos.
En su
defensa podrán decir que el presidente tiene una novia; la mediática actriz e
imitadora, que, para sorpresa de mucho, resultó ser una adecuada compañera. Sin
embargo, a lo largo de la historia ha habido y aún hay matrimonios por conveniencia
para disimular los verdaderos amores tanto sea de actores, cantantes, políticos
o príncipes.
Otro punto
es el declamado amor de Milei por los perros. Es conocido que sus cachorros actuales
son producto de la clonación de un perro fallecido. Y que los consulta en temas
de economía. Especialmente a su perro fallecido a través de una médium.
El talmud hace
varias referencias a los perros. Pero en ningún caso son de devoción. Indica
que hay que darles comida como recompensa. Estamos en deuda con ellos porque la
Torá nos cuenta que cuando salimos de Egipto durante la noche, los perros no
ladraron
Nunca he visto
pasear a los religiosos con sus perros. Al parecer no se sienten cómodos con
ellos.
En cambio, los
egipcios veneraban a sus canes. Se los veía como intermediarios entre mundos donde
podían actuar como guía; esto se puede ver sobre todo en la imagen del
dios-perro Anubis. El perro que ayudó a una persona durante su vida serviría
para el mismo propósito en el más allá.
Volviendo a
la referencia de la Tora resulta posible comprender que los perros callaron
porque obedecieron a un príncipe egipcio. No lo hicieron por solidaridad de un
pueblo que no los adoraba y al que menospreciaban por ser extranjeros.
Moisés, el
discípulo de un faraón
Basado en varias lecturas
Freud propone que Moisés era un egipcio, que profesaba el monoteísmo siguiendo
la creencia instaurada por el faraón Ikhnatón, quien había impuesto dicha religión.
Aunque ésta duró solo los 17 años de su reinado, al morir el faraón el pueblo
egipcio volvió a sus antiguos dioses y todo lo referente a la nueva religión
fue destruido. Pero Moisés, ya sacerdote secreto, acorde a su naturaleza
enérgica se propuso fundar un nuevo reino, hallar un nuevo pueblo a quien
donarle la religión que los egipcios desdeñaron.
No dudo en
traicionar a su nación, la egipcia, y desarrollar un nuevo paradigma que durara
hasta nuestros días. Decidió ser un héroe y un héroe no es otra cosa que un
traidor exitoso.
¿Cómo murió
Moisés según los sabios judíos?
La biblia no
dice que paso con Moisés, solo que desapareció del otro lado del rio Jordán,
justo antes de que el pueblo judío ingresara a la Tierra Prometida. Dios le indicó
a Moisés que subiera al monte Nebo, desde donde podía ver la tierra que sería
entregada al pueblo de Israel. También le aseguró que no entraría en ella
debido a un incidente en el que mostró falta de fe en Dios al golpear una roca
en lugar de hablarle para obtener agua. Finalmente, el texto nos dice que
Moisés murió en el monte Nebo, a los 120 años de edad. El lugar exacto de su
tumba es desconocido hasta el día de hoy. Resulta extraño no poder visitar la
tumba del fundador de una religión.
Según la
tradición de los sabios judíos, Moisés murió por un beso divino, lo que
significa que Dios, en su misericordia, le quitó la vida mediante un beso suave
y pacífico.
Según un conocimiento milenario inscrito
en el Talmud, el feto conoce mientras esta en el vientre de la madre toda la
Tora y puede ver el mundo de un extremo a otro. En el momento de nacer aparece
un ángel y le besa la boca. Así olvida inmediatamente todo. Y debe aprenderlo nuevamente.
Este milagro se repite por segunda vez cuando el cuerpo empieza a declinar y
los seres humanos pueden entonces olvidar todo. Cuando vuelvan a nacer serán
inocentes de los sinsabores de la vida.
La imagen del beso divino resalta la
belleza poética tan propia del Talmud. Pero también referencia la idea de una vida
después de la muerte y antes de la posible vuelta a la tierra. Una creencia
propia de los egipcios, ajena a lo que creía los judíos pre mosaicos. Refuerza
la idea de un Moisés egipcio y, a los efectos de este texto, afianza el vínculo
con nuestro actual presidente que no cabe duda confía a pie juntillas en una
vida fuera del campo físico.
La muerte de Milei, digo de Moisés
Debido
a la escasez de alimentos, (ninguna novedad, toda revolución comienza con la
falta de alimentos) nuestros ancestros empezaron a murmurar y a oponerse a
Moisés y a Aarón. A pesar de tantas demostraciones del poder, los israelitas empezaron a decir que Moisés y
Aarón no deberían haberlos sacado de Egipto y conducido por el desierto.
Por tales
motivos Freud propone que a Milei lo mataron los propios judíos y que por eso
no pudo llegar a la tierra prometida.
Fue del
texto del biblista Ernst Sellin “Moisés y su significación para la
historia israelita y judía “desde donde Freud partió para sostener que
la muerte de Moisés habría sido un crimen.
Freud ya había hablado del
asesinato del padre del Edipo y del padre de la Horda en “Totem y Tabu”. Aquí
propone el asesinato de Moisés como un hecho acontecido o al menos verosímil: “Moisés,
como Ikhnatón, hallaron el destino que aguarda a todos los déspotas ilustrados.
El pueblo judío de Moisés era tan incapaz como el egipcio para tolerar una
religión tan espiritualizada, para hallar en su programa una satisfacción a sus
necesidades primarias.
Advertencia
presidencial
Este es el desenlace
que debe temer nuestro presidente. Que lo maten los argentinos tal como los israelitas
mataron a Moisés. Estoy hablando simbólicamente, no quiero inducir otro
escenario, no intento inducir ningún delito. El debe recordar que aun en el
hipotético caso que su plan resulte victorioso y podamos cruzar el Jordán de la
economía la gratitud inexorablemente se desgasta con el tiempo.
Milei dice
que luego de hacer su tarea se ira al medio de la montaña a estudiar la
Tora. Tal vez está diciendo que quiere desaparecer en su propio monte Nebo.
¿Pasará eso con Milei? ¿Logrará recuperar la economía
del país, pero no llegará a disfrutarlo? Pronto, para bien o para mal, lo
sabremos.
Apéndice 1: Hay
que recordar que Cristina se sentía muy cómoda con Milei en la entrega de mandos.
Muy diferente que con Macri al que no quiso saludar.
En algún reportaje
ha manifestado que se ha sentido una arquitecta egipcia. Fue tímida al decirlo,
seguramente se ha sentido una faraona. Eso explica la empatía que tanto asombró
a súbditos y detractores. Tal vez ambos
percibieron su común pasado egipcio.
Para este texto
descartamos la explicación banal y malintencionada de que la expresidenta sabía
que las acciones que había comprado hacia poco en Wall Street aumentarían mucho
con el nuevo presidente libertario.
Apéndice 2
Un
antecedente para la conversión de Javier Milei fue el Rey Bulan, que alrededor
del siglo IX gobernó el reino Jazzaro. El mismo rey que luego de un profundo
análisis decidió abandonar el paganismo y asumió la religión judía. Aunque el rey jázaro, los nobles y parte de la población se
convirtieron, gran parte de la población nunca abrazó el judaísmo. Nunca confío
en la nueva religión. En esos tiempos Bulan y luego sus hijos se dedicaron a
guerrear contra los árabes en alianza con los reinos cristianos. No han quedado
restos arqueológicos que den testimonio de sus vidas. Los rusos contemporáneos
saben que hubo un reino judío en lo que hoy es su territorio. Stalin, confeso antisemita,
se dedicó a borrar todas sus huellas. A mi gusto, la furia estalinista, es la
mayor prueba de que este reino judío efectivamente existió.
Apéndice 3
Milei demuestra cada
día que se siente identificado con el carácter vengativo de Moisés. Cuando su
ley ómnibus fue rechazada por el congreso puso en sus redes los versículos del Éxodo.
Los mismos versan sobre el castigo de Moisés a los judíos por no haber tenido
paciencia cuando él estaba ocupado recibiendo las tablas de la ley. Esta
conducta, tan poco empática le resulta cómoda y aparentemente goza de la
aprobación popular.
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