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"Milei, príncipe egipcio" publicado en Nueva Sion el 24/2/2024

 



No pretendo ofender ni enojar a nadie con un título tan desafiante. Quien se tome la política de nuestro país en serio, le pido por favor que abandone esta lectura a la brevedad. Tantas ilusiones no correspondidas me dan cierto derecho a una escritura insolente. Fue mucho lo que me he preocupado a lo largo de mi vida por la suerte de nuestra nación. Escribir es mi droga de rescate, compartirlo me obliga a poner en orden mis pensamientos. Ignoro todo sobre el periodismo, pero no puedo evitar meter baza sobre el extraño fenómeno que ocurre ante nuestros ojos.

 

Dejando en claro que carezco de pruebas que respalde lo que deseo postular afirmo que nuestro novel presidente está más cerca de ser egipcio que judío. Me refiero a los egipcios ancestrales que fueron, por siglos, el centro de la civilización.

 

Comencemos con el hecho de que soy uno de los tantos judíos amateurs que no se sienten cómodos con el coqueteo del novel mandatario con nuestro linaje. Ese natural escepticismo, tan propio de nuestro pueblo, seguramente haya condicionado estas reflexiones.

 

 

Todo comenzó con la lectura del ensayo " Moisés el egipcio” de Sigmund Freud, su último mensaje publicado, en Londres, en pleno auge del nazismo. En el mismo desarrolla la hipótesis de que Moisés no era un judío rescatado por una princesa egipcia como nos dice la narrativa bíblica. Propone un Moisés egipcio que su familia destierra y es rescatado por una familia judía.

 

Basado en sus estudios etnológicos su discípulo Otto Rank enumera las condiciones que deben cumplir los héroes de las culturas antiguas

a)      El futuro héroe es hijo de una familia noble b) El nacimiento está precedido de dificultades que hacen surgir incertidumbre y temores acerca de su llegada. c) Un sueño, oráculo, o consejero del rey, anuncia que el niño causará alguna calamidad, destronará al rey, o matará a su padre o abuelo. d) El niño es abandonado por sus padres, en una cesta de juncos que arrojan al río, en una quilla que flota en el mar, o en el monte, en una cueva, el bosque o en lo alto de una montaña. e) El niño expósito es recogido y alimentado por un animal (una loba, una cabra, un águila, una osa), una persona o familia humilde que se encarga de darle protección f) En muchos casos, ya sea en su infancia o en algún momento de su vida, la persona establece de alguna u otra forma contacto con una divinidad. Es hijo de un dios y una mujer o consorte de una diosa. g) Hay muchos ejemplos del nacimiento virginal del héroe: Perseo, Krishna, Zoroastro, Buda, Isaac, Jesús, de los que analiza Rank. Horus en Egipto, Huitzilopochtli y Quetzalcóatl en la cultura mesoamericana. h) Una vez transcurrida su infancia el personaje descubre su origen noble. i) Cumple inexorablemente la profecía de destronar o matar al rey, que generalmente es su padre, obtiene el reconocimiento de sus méritos y de esta forma alcanza finalmente el rango y los honores que le corresponden. j) El héroe mitológico está llamado a fundar o gobernar a un pueblo, una nación o establecer una nueva religión.

 

La única excepción seria el propio Moisés que parece haber recorrido el camino inverso. De madre judía criado por la hermana del Faraón. Esto que nos llega por el relato bíblico es lo que pone en tela de juicio Freud con su conjetura.

 

Si fuera cierto, el antiguo héroe bíblico, Moisés, sería un contraejemplo. Freud desliza que, a los antiguos sacerdotes, tan inteligentes ellos, les convenía otra narrativa y no dudaron en modificarla.

 

Quienes curioseamos los avatares de la historia sabemos que la narrativa elegida es clave para que los pueblos sigan a sus líderes, incluso para que sobrevivan unidos como pueblo. Hay naciones que han desaparecido por no tener una épica común que resista al tiempo. Así que no hay sorprenderse mucho de un ligero cambio de roles que es imposible de probar.

 

Esta especulación me hizo pensar en nuestro extrovertido presidente. El mismo dice que se siente un elegido por los dioses para ser el mesías que saque a su pueblo de la humillación de la esclavitud. No ya de los faraones sino de la casta política y del estado parasitario.

 

Lo cierto es que si Moisés no era judío de nacimiento como conjetura Freud y dedicó su vida a salvar al pueblo judío es natural la comparación con Javier Milei que tampoco es judío y se considera un salvador. Es un argentino que se siente distinto del resto de los políticos de nuestro país. Si lo es o no lo es escapa al objetivo de este texto.

 

No es un dato menor, porque como un diferente lo perciben muchos de mis conciudadanos y también habitantes de otros países.

 

Que un presidente en Argentina confiesa que desea ser judío es una noticia que no hay que tomar a la ligera. Menos aún que sueñe con ser el primer presidente judío. Si su experimento sale bien no habrá mucho que decir, pero si sale mal la culpa será de los judíos en su conjunto. Como si fuera poco una de sus propuestas es vender rápidamente las empresas públicas para reducir el déficit fiscal. Si pasan a manos judías, el argumento queda servido. Si no fuera el caso, algún lazo le van a encontrar para acusarnos.

De ahí a los protocolos de los sabios de Sion hay un camino muy corto. Que Milei exteriorice su amor a nuestro pueblo no nos beneficia. Al menos a los judíos de a pie. Aquellos que no tenemos modo de lucrar con sus políticas.

 

Sabiamente, ante cualquier cambio en el poder, una guerra o una revolución era normal preguntarse: es bueno o malo para los judíos. Nunca la respuesta fue lineal. Lo bueno y lo malo transitan el mismo sendero.

En tiempos de paz ser reconocido como judío es casi folclórico, muy poco diferente de lo que significan otros grupos sociales u otras identidades. Nadie pregunta demasiado y no son muchos los que están empapados de los avatares de ser judío. Los humoristas y científicos de la colectividad han hecho mucho bien a nuestra imagen. No hay demasiados motivos de preocupación.

Sin embargo, ciertos hechos pueden despertar el antisemitismo latente en la sociedad. Es bueno recordar que no hace tanto tiempo que la iglesia acepta que los judíos no mataron a Jesús. Hoy en día el clero hizo las paces con el judaísmo. Pero, ante ciertos disparadores, los prejuicios florecen rápidamente. Se sueltan de la boca de la gente, solo hay que detenerse a escuchar. Las teorías conspirativas están a la orden del día. Las noticias falsas recorren la red con total impunidad y hay quienes las toman como verdades absolutas sin investigar demasiado.

La realidad anda suelta a la espera de autores que sean capaces de contarla.

 

 

 

Mi fuente favorita de información sobre el humor social son mis vecinos que pasean en el parque Lezama. Me entrego a sus diálogos, a menudo banales, sobre la belleza del parque o de las dificultades que nos traen nuestros amigos caninos. Las charlas se disparan para los lugares menos pensados.

 

Se habla con la guardia baja porque no compartimos profesión ni tenemos intereses comunes. En medio de esas bucólicas e inocentes conversaciones se filtra el pensamiento promedio de la sociedad.

 

Una de mis vecinas afirmo con seguridad que Milei era judío. No que quería serlo como afirma públicamente. Ella tenía pruebas, que no ofreció revelarme, de que su apellido era Mileiman o Mileikosky y lo recorto por razones de prensa y popularidad. Como tantos judíos que hay en la farándula que usan apellidos abreviados para que sean más amigables al público. Según ella, que es miembro activa de la grey católica, todo lo que genero alrededor de esta proclamación de la fe hebrea es para distraer y llamar la atención. Mi vecina nunca se identificaría como antisemita ni tampoco como anti sionista. Simplemente esto que escucho le pareció valedero y la repite como un mantra sin preocuparse demasiado de las consecuencias de sus palabras.

Conjeturar que era judío que se hacía pasar por gentil que amara los judíos es de una sofisticación ingeniosa pero perversa. Que disimulara su origen judío fue la misma acusación que recibió Jorge Luis Borges de la revista “Crisol”, una publicación identificada con el nazismo en ciernes (1934). Nuestro mayor escritor simuló tomarlo como un elogio y respondió en un artículo lamentando no encontrar antepasados judíos que lo justifiquen.

 

Hay en el parque otro Javier que vive desde hace años a la intemperie. Su única actividad fuera de proveerse sombra y comida es la de leer textos filosóficos. Sería un Diógenes autóctono que no sale del parque bajo ningún motivo. Podemos decir que es un verdadero libertario que vive al margen del estado al cual tampoco aporta un solo peso. Sin embargo, cuando llega el momento de votar dice que vale la pena salir a caminar hasta el centro de votación que le corresponde. Al saber los resultados de los comicios, por mera y perversa curiosidad, le pregunte si sabía que gano Milei las elecciones. Me respondió que no había ninguna boleta con Milei en el cuarto oscuro. Que Milei no podía ser un apellido real. Según él era una construcción para que nos entre sutilmente la idea de que Milei encarna a la ley divina, de ahí la conjunción: “Mi Ley”. Pretende decirNo hay otra Ley”.

 

 

 

Un mesías criollo

 

Hasta aquí todo está dentro de lo normal. Un poco exótico pero posible. Sea judío de nacimiento o no serlo es un tema privado. Puede haber descubierto antepasados judíos y aferrarse a esa condición como le pasa a tanta gente. O volverse el más fanático como ocurre con todo converso que se precie.

Que se considere un nuevo mesías merece detenernos a analizar sus implicancias. En el libro “El loco” se afirma que Javier Milei cree se comunica con Dios y que Dios lo eligió como el salvador. El mismo públicamente dice que se inspira en la figura del Profeta y que junto a su hermana recrean a los hermanos bíblicos Moisés y Aarón.

La elección no es trivial. Como Moisés nuestro presidente viene a decirnos que solo el sacrificio puede salvarnos de la esclavitud.

Moisés fue un líder enérgico y vengativo con su pueblo y lo llevo 40 años por el desierto. Milei nos propone un largo tiempo de ajuste para luego encontrar la libertad. Ningún político se animó a tanto. Sin embargo, la gente lo apoya mucho más de lo esperable para sorpresa de los analistas políticos.

 

Es la primera vez que un líder gana una elección proponiendo resignación. Todos los manuales de la política se volvieron obsoletos. Carlos Saúl Menem, en quien Milei se ve reflejado, afirmaba que si decía lo que iba a hacer no lo votaba nadie. Pero a Milei lo votaron y ahora apoyan sus medidas de ajuste. El sacrificio gana adeptos. Quizás porque la cuando se pierde casi todo, a la gente sólo le queda la esperanza.

Milei se considera un elegido y en esa mirada mística, inmolarse no es un fracaso. 

Como Moisés, Milei es el líder carismático de un pueblo humillado por una crisis crónica.

Tienta pensar en sus aspiraciones espirituales y políticas en los términos de un viejo dicho yiddish: “Si quieres hacer reír a Dios cuéntale tus planes”. El judaísmo de Milei podría entenderse mejor como una de las más elaboradas bromas del creador. El tiempo nos dará las respuestas.

 

Por lo pronto Milei se comporta como un rey, su poder deviene de lo divino, no del pueblo que lo voto y lo acepta. No intenta seducirlos con promesas fáciles. Va a hacer sus peregrinaciones a las tumbas de los sabios y profetas esperando que esto legitime su vínculo con la divinidad.

 

 

La religión judía le resulta adecuada porque está en la base de la cristiandad, la creencia popular. Los evangelios tratan exclusivamente sobre la vida de los judíos. Para el pueblo es un mensaje subliminal: Milei, es un elegido que busca ir de lo profundo a lo superficial.

 

Se puede comprender que Milei se sienta Moisés. La similitud al oído es evidente, Milei y Moisés suenan similar. Tienen 3 letras en común: la e, la i y la m. Si sacamos la letra S final de Moisés, perfectamente podríamos llamarlo Moise (¡suena a moishe!), es fácil confundirse. Me pasa todo el tiempo cuando confío mi teoría a algún amigo que me presta su atención.

 

Vamos al grano de la hipótesis de que Milei es más egipcio que hebreo.

A todas luces es visible que Milei tiene una relación incestuosa con su hermana. No estoy diciendo que sea carnal. Realmente me tiene sin cuidado. Pero para el vulgo, desconfiado, es un tanto sospechosa. Sin embargo, si fueran miembros de la clase alta egipcia estaría permitido. Los faraones podían casarse entre hermanos, la prohibición del incesto era para el pueblo no para ellos.

En su defensa podrán decir que el presidente tiene una novia; la mediática actriz e imitadora, que, para sorpresa de mucho, resultó ser una adecuada compañera. Sin embargo, a lo largo de la historia ha habido y aún hay matrimonios por conveniencia para disimular los verdaderos amores tanto sea de actores, cantantes, políticos o príncipes.

 

Otro punto es el declamado amor de Milei por los perros. Es conocido que sus cachorros actuales son producto de la clonación de un perro fallecido. Y que los consulta en temas de economía. Especialmente a su perro fallecido a través de una médium.

 

El talmud hace varias referencias a los perros. Pero en ningún caso son de devoción. Indica que hay que darles comida como recompensa. Estamos en deuda con ellos porque la Torá nos cuenta que cuando salimos de Egipto durante la noche, los perros no ladraron

Nunca he visto pasear a los religiosos con sus perros. Al parecer no se sienten cómodos con ellos.

En cambio, los egipcios veneraban a sus canes. Se los veía como intermediarios entre mundos donde podían actuar como guía; esto se puede ver sobre todo en la imagen del dios-perro Anubis. El perro que ayudó a una persona durante su vida serviría para el mismo propósito en el más allá.

Volviendo a la referencia de la Tora resulta posible comprender que los perros callaron porque obedecieron a un príncipe egipcio. No lo hicieron por solidaridad de un pueblo que no los adoraba y al que menospreciaban por ser extranjeros.

 

Moisés, el discípulo de un faraón

 

Basado en varias lecturas Freud propone que Moisés era un egipcio, que profesaba el monoteísmo siguiendo la creencia instaurada por el faraón Ikhnatón, quien había impuesto dicha religión. Aunque ésta duró solo los 17 años de su reinado, al morir el faraón el pueblo egipcio volvió a sus antiguos dioses y todo lo referente a la nueva religión fue destruido. Pero Moisés, ya sacerdote secreto, acorde a su naturaleza enérgica se propuso fundar un nuevo reino, hallar un nuevo pueblo a quien donarle la religión que los egipcios desdeñaron.

 

No dudo en traicionar a su nación, la egipcia, y desarrollar un nuevo paradigma que durara hasta nuestros días. Decidió ser un héroe y un héroe no es otra cosa que un traidor exitoso.

 

 

 

¿Cómo murió Moisés según los sabios judíos?

 

La biblia no dice que paso con Moisés, solo que desapareció del otro lado del rio Jordán, justo antes de que el pueblo judío ingresara a la Tierra Prometida. Dios le indicó a Moisés que subiera al monte Nebo, desde donde podía ver la tierra que sería entregada al pueblo de Israel. También le aseguró que no entraría en ella debido a un incidente en el que mostró falta de fe en Dios al golpear una roca en lugar de hablarle para obtener agua. Finalmente, el texto nos dice que Moisés murió en el monte Nebo, a los 120 años de edad. El lugar exacto de su tumba es desconocido hasta el día de hoy. Resulta extraño no poder visitar la tumba del fundador de una religión.

 

Según la tradición de los sabios judíos, Moisés murió por un beso divino, lo que significa que Dios, en su misericordia, le quitó la vida mediante un beso suave y pacífico.

 

Según un conocimiento milenario inscrito en el Talmud, el feto conoce mientras esta en el vientre de la madre toda la Tora y puede ver el mundo de un extremo a otro. En el momento de nacer aparece un ángel y le besa la boca. Así olvida inmediatamente todo. Y debe aprenderlo nuevamente. Este milagro se repite por segunda vez cuando el cuerpo empieza a declinar y los seres humanos pueden entonces olvidar todo. Cuando vuelvan a nacer serán inocentes de los sinsabores de la vida.

La imagen del beso divino resalta la belleza poética tan propia del Talmud. Pero también referencia la idea de una vida después de la muerte y antes de la posible vuelta a la tierra. Una creencia propia de los egipcios, ajena a lo que creía los judíos pre mosaicos. Refuerza la idea de un Moisés egipcio y, a los efectos de este texto, afianza el vínculo con nuestro actual presidente que no cabe duda confía a pie juntillas en una vida fuera del campo físico.

 

La muerte de Milei, digo de Moisés

 

Debido a la escasez de alimentos, (ninguna novedad, toda revolución comienza con la falta de alimentos) nuestros ancestros empezaron a murmurar y a oponerse a Moisés y a Aarón. A pesar de tantas demostraciones del poder, los israelitas empezaron a decir que Moisés y Aarón no deberían haberlos sacado de Egipto y conducido por el desierto.

Por tales motivos Freud propone que a Milei lo mataron los propios judíos y que por eso no pudo llegar a la tierra prometida.

 

Fue del texto del biblista Ernst Sellin “Moisés y su significación para la historia israelita y judía “desde donde Freud partió para sostener que la muerte de Moisés habría sido un crimen.

Freud ya había hablado del asesinato del padre del Edipo y del padre de la Horda en “Totem y Tabu”. Aquí propone el asesinato de Moisés como un hecho acontecido o al menos verosímil: “Moisés, como Ikhnatón, hallaron el destino que aguarda a todos los déspotas ilustrados. El pueblo judío de Moisés era tan incapaz como el egipcio para tolerar una religión tan espiritualizada, para hallar en su programa una satisfacción a sus necesidades primarias.

 

 

Advertencia presidencial

 

 

Este es el desenlace que debe temer nuestro presidente. Que lo maten los argentinos tal como los israelitas mataron a Moisés. Estoy hablando simbólicamente, no quiero inducir otro escenario, no intento inducir ningún delito. El debe recordar que aun en el hipotético caso que su plan resulte victorioso y podamos cruzar el Jordán de la economía la gratitud inexorablemente se desgasta con el tiempo.

 

Milei dice que luego de hacer su tarea se ira al medio de la montaña a estudiar la Tora. Tal vez está diciendo que quiere desaparecer en su propio monte Nebo.

 

¿Pasará eso con Milei? ¿Logrará recuperar la economía del país, pero no llegará a disfrutarlo? Pronto, para bien o para mal, lo sabremos.

 

Apéndice 1: Hay que recordar que Cristina se sentía muy cómoda con Milei en la entrega de mandos. Muy diferente que con Macri al que no quiso saludar.

En algún reportaje ha manifestado que se ha sentido una arquitecta egipcia. Fue tímida al decirlo, seguramente se ha sentido una faraona. Eso explica la empatía que tanto asombró a súbditos y detractores.  Tal vez ambos percibieron su común pasado egipcio.

Para este texto descartamos la explicación banal y malintencionada de que la expresidenta sabía que las acciones que había comprado hacia poco en Wall Street aumentarían mucho con el nuevo presidente libertario.

 

Apéndice 2

 

Un antecedente para la conversión de Javier Milei fue el Rey Bulan, que alrededor del siglo IX gobernó el reino Jazzaro. El mismo rey que luego de un profundo análisis decidió abandonar el paganismo y asumió la religión judía. Aunque el rey jázaro, los nobles y parte de la población se convirtieron, gran parte de la población nunca abrazó el judaísmo. Nunca confío en la nueva religión. En esos tiempos Bulan y luego sus hijos se dedicaron a guerrear contra los árabes en alianza con los reinos cristianos. No han quedado restos arqueológicos que den testimonio de sus vidas. Los rusos contemporáneos saben que hubo un reino judío en lo que hoy es su territorio. Stalin, confeso antisemita, se dedicó a borrar todas sus huellas. A mi gusto, la furia estalinista, es la mayor prueba de que este reino judío efectivamente existió.

 

 

 

Apéndice 3

Milei demuestra cada día que se siente identificado con el carácter vengativo de Moisés. Cuando su ley ómnibus fue rechazada por el congreso puso en sus redes los versículos del Éxodo. Los mismos versan sobre el castigo de Moisés a los judíos por no haber tenido paciencia cuando él estaba ocupado recibiendo las tablas de la ley. Esta conducta, tan poco empática le resulta cómoda y aparentemente goza de la aprobación popular.

 

 

 

 

 




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