EL MAESTRO Y SUS DISCÍPULOS
Cada maestro tiene
una forma particular de hacerte saber que ingresaste a su
selecto círculo de
elegidos. Disponibilidad de dinero ayuda a pertenecer, es un
secreto a voces
que ser rico atraviesa toda doctrina por más hermética que
resulte a primera
vista. Ser parte de la farándula también. No hay que
descartar belleza
juvenil, siempre suma. Se sabe que como el dinero atrae el
dinero los
atractivos atraen a sus iguales. La gente sexi funciona como un
imán para todas
las personas. En el caso de Javier ninguna de esas categorías,
tan comunes en los
maestros espirituales contemporáneos, tiene algún valor.
La iniciación
ocurre del modo más simple. Te pide amablemente que le cuides
sus pertenencias
para ir a otro lugar del parque Lezama, su único hogar, a
buscar agua o algo
para comer. Es lógico, evita el esfuerzo de llevarse su casa
a cuestas.
Inmediatamente surge la pregunta de qué es lo que hay que cuidar,
no parece que nada
de lo que pide proteger tenga algún valor. Ese es el
primer desafío que
hay que responder para acceder al grupo de iniciados.
¿Qué hay
importante en el desvencijado armatoste en el que lleva sus cosas?
Se aprende así a
no juzgar por las apariencias. A no emitir sentencias ni tener
prejuicios. Si
cuando vuelve Javier te ve cuidando su changuito oxidado
repleto de bolsas
negras de dudoso contenido y botellas amarillas que alguna
vez contuvieron
lavandina se puede afirmar que has sido elegido. Prueba
superada, así de
simple. Satisfecho, nuestro héroe, seguirá sentado en el
banco habitual
sabiendo que un nuevo discípulo aceptó su enseñanza. Noche
y día, sea con sol
o con lluvia, inmóvil como sólo él puede mantenerse, podrá
continuar impartiendo su verdad.
Se puede bajar la Antología en forma gratuita en un pdf
https://bit.ly/3i2GMIi
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