domingo, 1 de julio de 2018

Antonio Porchia ( Calabria, 1885 - Vicente López, 1968)




Antes de recorrer mi camino, yo era mi camino.

Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo.

 El dolor no nos sigue: camina adelante.

Tu crees que me matas. Yo creo que te suicidas.

Te ayudaré a venir si vienes y a no venir si no vienes.

 A veces creo que no existe todo lo que veo. Porque todo lo que veo es todo lo que vi. Y todo lo que vi no existe.

 El mal de no creer es creer un poco.

 Dios mío, casi no he creído nunca en ti, pero siempre te he amado.

 Quien hace un paraíso de su pan, de su hambre hace un infierno.

 Los sí y los no son eternidades que duran momentos.

 Comencé mi comedia siendo yo su único actor y la termino siendo yo su único espectador.
 Las cadenas que más nos encadenan son las cadenas que hemos roto.

 El hombre lo juzga todo desde el minuto presente, sin comprender que sólo juzga un minuto: el minuto presente. 

 El niño muestra su juguete, el hombre lo esconde.  Donde hay una pequeña lámpara encendida, no enciendo la mía. 

 Si tú tampoco estás conforme de ti, yo estoy conforme de ti. 

 He sido para mí, discípulo y maestro. Y he sido un buen discípulo, pero un mal maestro. 

 Casi todo lo que el hombre necesita lo necesita para no necesitarlo. 

 Comprendo que la mentira es engaño y la verdad no. Pero a mí me han engañado las dos.






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